La ciudad de la furia

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La lluvia era muy fuerte, y el viaje había sido largo, pero Rin Nohara tenía muy claro lo que había ido a hacer a Kirigakure. 

Lo primero era deshacerse de sus acompañantes. Si Obito la veía llegar con 10 guardias armados podía pensar cualquier cosa. Además de que Rin no sabía si su compañero querría compartir públicamente sus últimas aventuras. Al fin y al cabo, iba por el mundo haciéndose llamar Madara.

Al ver las puertas de la ciudad a la distancia, tomo la determinación:

- Hasta aquí llegan ustedes -les dijo segura a los guardias. Le agradaban, pero si era muy blanda podían no hacerle caso, y era mucho lo que estaba en juego-

- No, señorita -respondió uno.

- Jamás la dejaríamos aquí sola - dijo otro.

- ¿Le dirán al Hokage que desobedecieron mis ordenes directas? Él sabía que este era el plan. Su misión era escoltarme hasta aquí y hasta aquí llegan.

Los hombres se miraron entre ellos, dudosos

- ¿Y cómo pretende volver?

- Con un amigo -dijo Rin-

Los hombres dudaron un rato más y finalmente decidieron partir.

Rin se sorprendió de sus dotes de líder, y tuvo ganas de contárselo a Obito. Ya faltaba menos para reencontrarse con él.

Al llegar a las puertas de la ciudad dos guardias la detuvieron, y ella les dijo:

- Vengo a ver al mizukage. Soy amiga de Madara

Volvió a sorprenderse de la desenvoltura con que se movía y estuvo orgullosa de sí misma. En este regreso a la vida, estaba mostrando ser fuerte y decidida. 

Desde el otro mundo había visto a Obito tomar control del mizukage, y sabía que, a pesar de que viajaba mucho, pasaba gran parte de su tiempo en Kirigakure. Había hecho todo el viaje desde Konoha con la esperanza de que estuviera en la ciudad.

Los guardias dudaron de ella y llamaron a una superior, una mujer alta de pelo negro corto, y expresión severa a quien Rin le repitió su propósito.

- Ok - dijo- sígueme

Rin la siguió durante un buen rato bajo la lluvia hasta que llegaron a un lugar hecho de piedra café. Supuso que era la oficina del mizukage.

Pasaron por entre medio de varios guardias y entraron al lugar. Era de piedra y estaba bien iluminado. A Rin le pareció bello, incluso romántico.

Llegaron a un pasillo y  la mujer alta pregunto:

- Entonces, ¿a quién quieres ver?

Rin se sorprendió con la pregunta y no tuvo una respuesta inmediata. 

- A ver. Dices que vienes a ver a Yagura, pero que eres amiga de Madara. ¿A cuál de los dos quieres ver?

Rin se sorprendió, aunque llevaba todo el viaje pensando en Obito, era la primera vez que sentía que realmente iba a volver a verlo. Sintió miedo, emoción y mucha ansiedad.

Primero quiso cerciorarse de que Obito estuviera ahí, una parte de ella le decía que fuera preparada para la decepción:

- ¿Está Madara aquí? Se que viaja mucho

- Si está

- Entonces... a Madara -respondió- 

- Bueno -dijo la mujer alta- es la tercera puerta a la izquierda donde suele estar, si no está allí sal al pasillo y camina hasta el final que es donde esta el patio. A mí la verdad no me agrada verlo, así que irás sola.

Pensó Rin en que clase de persona se estaría convirtiendo Obito que sus subordinados no querían verle la cara. 

Entro a la tercera puerta a la izquierda. Dentro de ese edificio de piedra, la luz no faltaba. Pero al entrar noto una oscuridad. Era una pieza grande con pocos muebles, y solo tenía una pequeña ventana rectangular en la parte alta de la muralla principal, por lo que no era mucha la luz.

En la pieza había una cama, un velador, un escritorio y una silla. Sobre el escritorio había muchos papeles, y parado detrás de él estaba un hombre revisando unos documentos. 

Era de estatura media, y tenía el pelo largo. Vestía con una túnica azul que le cubría todo el cuerpo. 

Rin sintió como que el pecho se le fue hacía adentro y cosquilleos en el estomago.

- Hola, vine a buscarte -le dijo-

El hombre de la mascara se giro y quedo viéndola directamente.

- No es necesario que uses una mascara, te he estado observando. Obito.

El hombre que le dio las gracias a una estrella fugaz #ObitoxRinWhere stories live. Discover now