¿Y qué pasa ahora?

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- Rin... yo... - a Obito no le salían las palabras y las lagrimas le llenaban la cara. El enojo que había tenido hace unos segundos dio lugar a una desazón profunda, a un dolor que sintió físicamente en el medio de su pecho.

- No. - respondió ella mientras se secaba sus lagrimas- No digas nada. No mientras seas enemigo de la aldea. No mientras quieras acabar el mundo.

Obito la miraba con la cara llena de lagrimas y no atino a hacer nada. Ella siguió hablando:

- Es la verdad, Obito. Te amo, y lo se desde hace ya un tiempo. Pero no quiero que estés aquí. Quiero que estés en la aldea, conmigo y nuestros compañeros. 

- Yo no volveré nunca, Rin. Mi camino y el de la aldea están muy lejos. Llega un punto en que es imposible volver.

- Si puedes. Puedes hacerlo conmigo. Puedes hacerlo ahora mismo, tomando mi mano.

Rin le extendió la mano y pensó por un segundo que Obito se iría con ella.

- No. Yo ya no soy ese. Lo siento.

- Entonces, no hay nada más para mí aquí -dijo Rin, con seguridad.

- Nada.

- Volveré a la hoja... Los caminos son complicados y las lluvias están fuertes por todos lados. Dicen que nunca había habido una tormenta así. Le dije a los guardias que volvería con un amigo. ¿Puedes acompañarme? No le diré a nadie que te vi.

Obito puso cara de duda, pero en realidad ir por el mundo de viaje con Rin había sido el sueño de su vida, era la razón por la que había querido crear un mundo de sueños.

- Si puedo. Pero mañana. Ya es tarde y probablemente estés cansada. Ordenare que te hagan una pieza y te den buena comida.

- Gracias, ¿saldremos por la mañana entonces?

- A primera hora

- Gracias, Obito, Madara o quien sea que quieras ser -a Rin no se le había pasado el enojo. Aunque confiaba alargar el viaje y tener más tiempo para hacerlo entrar en razón.

Obito no respondió. Rin se giró y empezó a caminar hacia la puerta. 

Mientras la veía irse el corazón de Obito latía muy fuerte, su estomago estaba totalmente revuelto y sentía un vértigo como si fuera a caerse desde una gran altura. De todos modos, no dejo que nada de eso lo detuviera. Él nunca había besado a una chica, y hacerlo lo aterraba, más a Rin, a quien había amado básicamente desde que tenía conciencia, pero no iba a perder su oportunidad. No ahora que ella estaba aquí. No ahora que ella estaba viva.

- Rin

Ella se giro y él empezó a caminar hacía ella. Cuando estuvo lo suficientemente cerca para tocarla puso sus dos manos en su cintura. Ella le puso los brazos detrás del cuello. Los nervios estaban matando a Obito Uchiha, pero comenzó a acercar su cara hacia la de Rin, y sintió su calor. Estaba muy asustado, pero nunca se había sentido más cómodo. Ella bajo su cabeza, haciendo imposible que la besara pero sin dejar de abrazarlo.

- No así. No cuando estás dejándome.

- Este es mi camino Rin. Mi responsabilidad no es solo contigo. Yo puedo cambiar este mundo.

Ella lo abrazo fuerte y le dijo:

- Te amo, Obito. Con todo mi corazón. Por eso me duele lo equivocado que estás.

Le dio un beso en la mejilla y salió de la pieza.

Obito Uchiha sintió el dolor en su pecho, y las lagrimas empezaron a correr nuevamente.

Luego fue a hablar con los trabajadores y ordeno que le pasaran una bonita y segura pieza de alojados a Rin. Se despidieron desde lejos y cada uno se fue a su pieza.

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Fueron a acostarse a sus respectivos dormitorios de forma de poder al día siguiente emprender temprano el rumbo.

Obito no pudo dormir nada. Rin estaba viva y eso lo hacía inmensamente feliz. Había podido olerla, verla y abrazarla, además de que ella le había dicho que lo amaba. Todo eso era increíble. Pero ella no entendía su camino y no estaba dispuesto a apoyarlo, por lo que no era posible para él seguir cerca de ella. Pensó en volver a la aldea, con ella, pero ya no podía, no después de lo que había hecho. El tsukuyomi infinito era su camino ahora, y Zetsu y Nagato sus compañeros, incluso el viejo Madara. Se debatió toda la noche en esos pensamientos.

Rin llego al dormitorio que le pasaron y lo primero que hizo fue llorar. Era una pieza pequeña que sólo tenía una cama y un velador, pero tenía una ventana grande que la mantenía bien iluminada y había una bonita vista hacia la ciudad y la lluvia.

Pensó en Obito, y en las decisiones que había tomado. Le dolía verlo así. El dolor lo había cambiado. Ese no era él y le asustaba que esa furia y rabia que inundaban su corazón, le durarán para siempre. 

De todos modos, había cosas por las que estar contenta, pudo reencontrarse con él luego de años, y también, pudo confesarle sus sentimientos. Por fin, después de todo ese tiempo pudo decirle al hombre de su vida que lo amaba.

Ella lo sabía desde hace ya algún tiempo. Un poco después de que Obito desapareciera en el Puente Kannabi. En ese momento ella se encontraba enamorada de Kakashi, lo sabía como lo había sabido toda su vida. Incluso cuando Kakashi le contó que Obito la había amado, Rin le quiso confesar sus sentimientos a Kakashi, quien no la dejo. 

Pero al llegar a Konoha de vuelta, Rin experimento el dolor y la soledad. Pensaba en Obito todo el día y lo extrañaba también todo el tiempo. Cada cosa que le sucedía quería contársela y cada vez que veía a su equipo tenía la constante sensación de que él iba a llegar también. Así, cada vez le prestaba menos atención a Kakashi, y para el tiempo de su muerte, ya sabía que a quien realmente amaba era a Obito. A quien la había acompañado y querido siempre, a quien siempre estuvo a su lado. Amaba a su compañero.

Cuando falleció pensó que lo vería y podría finalmente lidiar con sus sentimientos, pero se encontró con que Obito seguía vivo. Cuando pudo volver al mundo humano, ya lo tenía claro. Iría a buscarlo, le confesaría su amor, y si él la seguía queriendo, estarían juntos. Pero las cosas se habían complicado un poco más que eso en Kirigakure. 

Rin tampoco durmió pensando en todas esas cosas.

El hombre que le dio las gracias a una estrella fugaz #ObitoxRinWhere stories live. Discover now