¿Y tú? ¿Cómo estás tú?

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A primera hora de la mañana Obito toco la puerta de Rin. Ella ya estaba lista, y al abrirle noto que traía su mascara puesta.

- Creo que es la primera vez en tú vida que llegas a la hora.

- No me topé con ninguna anciana que necesitara ayuda en el camino.

Rin se río y juntos empezaron a caminar para salir de las oficinas.

- Lamento si esto te ocasiona algún problema -dijo Rin- pero no quería viajar sola.

- Está bien -respondió él- hablé con Zetsu y el se hará cargo de las cosas. 

Rin le sonrío.

Salieron a la calle y la lluvia seguía igual de fuerte que el día anterior. Obito le paso a Rin una capucha igual a la de él para que se cubriera, ella le agradeció el gesto.

- ¿Vamos?

- Vamos

Avanzaron unas horas por el camino corriendo como ninjas, pero como estaba mojado avanzaban muy lento y tenían que ir con cuidado porque los arboles sobre los que saltaban estaban muy resbalosos y corrían el riesgo de golpearse. Además, el agua corriendo por todo el cuerpo hacía las cosas aún peores.

Obito, con una vergüenza increíble, al fin se atrevió a comentar:

- ¡Esto esta muy mal! -se río- Conozco una posada a pocos kilómetros de aquí donde me he quedado un par de veces. Si quieres podemos ir hacia allá y continuar el camino mañana.

- ¡Perfecto! -dijo Rin, que había pensado en alargar el viaje tanto como pudiera a ver si así podía enderezar a Obito.

Corrieron hacía el lugar y al cabo de una hora estaban ahí. Era una casa grande de madera café, con establos para animales y una terraza techada que estaba vacía, pero que Rin imagino serviría para comer al aire libre. Lo primero que notaron es que estaba muy lleno

- Vaya fiesta hay aquí eh -dijo Rin-

- Es primera vez que lo veo tan lleno -respondió Obito

Él estaba nervioso porque durante el viaje había algo que no habían conversado y debería clarificarle ahora. El se escondía, por ende no se sacaría la mascara frente a nadie y tampoco diría su nombre. No sería conveniente decirle que era Madara Uchiha al posadero y su verdadero nombre llevaba años sin usarlo.

- Rin... yo... yo soy -tartamudeaba-

- Lo se. No te preocupes por eso

Rin le sonrío y Obito se enamoro aun más, si eso era posible, de ella. Su sonrisa era como un té caliente en una mañana helada. Algo que se necesita para no congelarse.

Entraron al lugar a una sala grande llena de mesas, y se acercaron a una caja donde un hombre viejo con bigotes estaba atendiendo.

- Aah señor -le dijo a Obito- tiempo sin verlo. ¿No trajo a su extraño amigo?

- No -respondió Obito seco- Necesito dos habitaciones.

- Bueno, eso es un problema. Por la tormenta estamos copados y no tengo habitaciones disponibles.

A Obito ya nadie le decía que no y estaba dispuesto a tomar dos habitaciones, así tuviera que tirar a los huéspedes por la ventana. Pero no alcanzo a hacer ni decir nada cuando Rin hablo:

- Señor, disculpe. ¿No hay ninguna manera de que alojemos aquí? Venimos desde lejos y el camino está muy malo por la tormenta

- Señorita, yo...

- Piense bien lo que va a decir -dijo Obito-

- No se preocupe por mi compañero -interrumpió Rin- sólo quiere evitar que durmamos a la intemperie.

- Está bien. Mi casa está trescientos metros atrás de aquí. Mis hijas están de viaje, y soy viudo por lo que estoy solo. Ustedes alojaran ahí conmigo. Usen la pieza de las niñas. Tiene dos camas y baño propio así que les resultará cómodo. Yo sólo voy a dormir ahí así que no seré un problema. Si necesitan comer, lleven comida desde aquí, así me aseguro que me la paguen -dijo y eso último lo hizo reír un poco-

- ¡¡Muchísimas gracias!! -dijo Rin- es usted muy amable

Se fueron y empezaron a caminar hacia la casa que estaba detrás de la posada. El camino estaba lleno de lluvia por lo que llegaron con los pies empapados. Obito pudo usar el kamui pero no quiso que Rin fuese la única en mojarse.

 La casa era pequeña y de madera café igual que la posada. Era rectangular con un salón donde estaban dos sillones, una mesa con sillas y una cocina todo sin separación de murallas al centro, y para los lados las piezas.

Fueron a la que tenía las dos camas y guardaron sus cosas. Obito se saco la mascara

- Estoy empapado -se quejo- Y peor mi pelo está todo mojado. Era más cómodo cuando lo usaba corto

- Yo podría cortártelo -respondió ella- Pero tendrás que esperar que me seque y tomemos algo caliente.

- Bueno. Gracias

Tomaron turnos para cambiarse en la pieza y luego tomaron un té. Ninguno dijo nada.

- Ok -dijo ella al cabo de un rato- Encontré unas tijeras y una manta vieja. Siéntate aquí y te cortare el cabello.

Él cumplió lo ordenado y se sentó

- ¿Quieres algún corte en particular?

- No me importa. Solo quiero que no me incomode.

Mientras ella empezaba a cortarle el cabello, Obito se desconcentro y al cabo de un tiempo hablo:

- ¿Y tú? ¿Cómo estás tú?

- ¿¡Qué!? -contestó Rin sorprendida como si él hubiese preguntado algo realmente extraño-

- Eso. Falleciste, fuiste al mundo de los muertos, donde según me contaste podías vernos a los vivos y luego gracias a un jutsu rarísimo volviste a la vida. Luego, como si eso fuera poco decidiste emprender un viaje en el que debe ser el peor clima de la historia. Quiero saber como estas.

Rin se quedo pensativa.

- La verdad es que no lo había pensado. Estaba demasiado preocupada por ti.

Obito sintió un escalofríos. Como un pequeño golpe de corriente detrás del cuello. Así de grande era el corazón de Rin. Así de tanto lo amaba. Había vuelto a la vida y lo único en que había pensado era en él. La amaba mucho, y le desesperaba donde habían llegado las cosas. Esto no debía ser así.

- Ahora que lo dices -siguió hablando Rin- si es extrañísimo lo que me paso -se largo a reír- Creo que han sucedido demasiadas cosas en dos días. Esto ha sido demasiado. - Siguió riéndose muy fuerte-

- Si -dijo Obito- Creo que esto es lo más extraño que he visto. Y una vez vi a un anciano conectado a un árbol

Ella se río y dijo: quizá necesito vacaciones

- Obito, ¿te quedarías aquí unos días conmigo? El clima está muy malo por lo que tampoco es que perderemos tanto. 

- Si. Tampoco querría hacerte viajar más con este clima. Si hubiese sabido lo mal que estaba te habría dicho que esperáramos en Kirigakure.

A Rin la alivio que eso no hubiese sucedido. Ella quería estar con Obito, no con Madara, su voz cruel y sus crímenes.

- Está hecho entonces. Como yo no traigo dinero ayudaremos al dueño de la posada y así nos dejara quedarnos aquí.

- Rin... eso no es necesario. Con mi mangekyou...

- Se que no es necesario -lo interrumpió- Pero es lo correcto, así que eso haremos.

Obito se dio vuelta y la miro. Durante todo ese tiempo había seguido cortándole. Vio su rostro aun un poco mojado y sus manos tibias tocando su pelo. Sabía que no ganaría nada llevándole la contra. Pero también pensó que eso era lo que siempre había soñado. Se pregunto si no era acaso ese su mundo de sueños.

El hombre que le dio las gracias a una estrella fugaz #ObitoxRinWhere stories live. Discover now