Capítulo 1

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El pasado nos alcanza

“Yo aquí y tú a miles de kilómetros. Me pregunto por qué me dejaste.”

                             – Tyler Hilton

                             – Tyler Hilton

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3 años y 8 meses después.

Moscú, Rusia.

Lucia

El sonido de las manecillas del reloj en la pared del despacho llena el inquietante silencio taladrándome los oídos. Tic, tac, tic, tac...

Permanezco sentada con la espalda muy recta en el incómodo sofá de cuero. Bueno... Puede que no sea incómodo, pero ahora mismo mi mente trabaja a mil tratando de adivinar el motivo exacto por el cual él, me ha mandado a llamar. Nunca nos habíamos visto fuera del club, y ciertamente no en público, o en su humilde mansión —nótese el sarcasmo—, por lo que todo en este lugar me resulta un fastidio.

Tomo una profunda inhalación intentando controlar el temblor en mi pierna. De repente la habitación se torna caliente y el chaleco de piel que llevo me estorba, por lo que termino sacándomelo y dejándolo a un lado. Me remuevo improvisando poses casuales para verme más relajada. Estiro un poco la falda de mi vestidito negro buscando cubrirme el muslo, pero es una completa tontería cuando él ya ha visto todo lo que hay que ver. Lo dejo estar y cruzo mi pierna de forma coqueta recostándome, pero el nervio no cesa y...

La puerta del despacho se abre de una y él entra como una exhalación, teléfono en mano mientras conversa en su idioma natal, el cual he llegado a dominar bastante bien luego de un arduo estudio. Me lleva un segundo sacudirme cualquier miedo que pueda tener y adopto mi papel de siempre.

Alzo una ceja en su dirección cuando toma asiento tras el escritorio y repara en mí por primera vez desde que entró. Él solo me hace un gesto con su mano hacia el minibar mientras continúa con su charla, de lo que supongo son negocios, y yo sé muy bien lo que tengo que hacer.

Voy hasta el lugar indicado sin perder el contoneo en mis caderas, le sirvo el vodka totalmente puro, sin hielo, y se lo pongo delante sin que me preste la más mínima atención.

—Sí, sí —espeta llevándose el vaso a la boca—. Me dan igual tus excusas de mierda. Mañana mismo quiero mi cargamento aquí en Rusia o quemaré a toda tu maldita familia.

Termina la llamada claramente irritado, y mentiría si dijese que sus palabras tienen algún efecto en mí. Me recuesto contra el buró observándolo mientras se empina lo que queda del vodka y estampa el vaso que resuena sobre la madera.

—¿Una mañana agitada? —pregunto en mi idioma y lo veo sacar la caja de cigarrillos del bolsillo interior de su saco.

—Puros incompetentes —Se queja antes de ofrecerme un cigarrillo el cual acepto.

JADE [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora