Capítulo 6

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Trago amargo

Trago amargo

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Lucia

El tiempo parece detenerse en los verdes que me observan atónitos como si estuviese en presencia de una aparición. Los invitados continúan en sus asuntos luego de que una de las chicas recogiera los fragmentos de vidrio del vaso, y el hombre que lo dejó caer parece estar demasiado perdido en mi clavícula. Por mi parte me mantengo serena, al menos en el exterior, rezándo por mantener la máscara y luchando contra el temblor en mis extremidades.

—¿Theo estás bien? —Son las palabras de la mujer frente a mí las que me rescatan de las lagunas cristalinas que no dejan de escrutarme.

Es cuando caigo en cuenta de lo que realmente está pasando. Están juntos. Mi vista cae a la mano de ella que toca su brazo en un gesto íntimo, el anillo reluciendo en su dedo anular. Él es el hombre del que me habló. Ahora todo tiene sentido. Algo se remueve dentro de mí, y sea lo que sea es peligroso.

—¿Qué? —Él parece reaccionar también y fija sus ojos de vuelta en ella.

—Te pregunté si todo está bien. Pareces haber visto un fantasma —insiste y yo no puedo contener la risa sardónica que se me escapa, todo el licor, el cannabis y las dos rayas de coca que aspiré en el camino haciendo acto de presencia.

—Fantasma dice —gorgojeo disfrutando de las ironías tan divertidas de la vida.

Una camarera pasa por mi lado y soy rápida en alcanzar una copa y comenzar a bebérmela pasando el trago amargo, en todo momento evitando la pesada vista del hombre frente a mí.

—¿He dicho algo gracioso? —Mía se muestra realmente confundida intercambiando sus orbes entre los tres, y esta vez es Hiro quien interviene.

—Discúlpenla es que está pasada de tragos. —Se excusa quitándome la copa de entre los dedos y yo fallo en llevármela a los labios.

—Aguafiestas —mascullo necesitando mantener mi atención en cualquier otra cosa.

Sin pretenderlo, pero casi de manera inevitable, repaso al ojiverde que permanece como piedra, con sus manos en puños y algo entre la perplejidad y la cólera reflejado en su expresión. Quisiera pensar que aún no está cien por ciento seguro de que soy yo, pero sé que no es así.

—Mía. —Cambio mi atención y le sonrió buscando crear una distracción—. Nunca pensé encontrarte en este tipo de... reuniones.

—Sí... —Carraspea—. Mi prometido es...

—Theo Lombardi, el líder de La Cosa Nostra. —El japonés termina por ella y extiende su mano hacia él mientras que el suelo tiembla bajo mis pies al escuchar el nombre que llevo años sin pronunciar—. Mi nombre es Okuma Hiro, pero asumo que eso ya lo sabes, al igual que yo sé muchas cosas de ti.

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