Capítulo 3

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Hábitos

[La canción Habits de Tove Lo va perfecto con la nueva Lucy. Les recomiendo escucharla.]

Lucia

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Lucia

El dolor palpita desde las cuencas de mis ojos hasta las sienes, aun sin haber hecho el mínimo esfuerzo por abrirlos. Todo mi cuerpo boca abajo y mi mejilla en contacto con la superficie mullida me deja saber que estoy sobre un colchón y en silencio lanzo una plegaria pidiendo que sea de mi propiedad.

Reticente, mis párpados revolotean y mis pupilas reaccionan enviando otro pinchazo de dolor al recibir la luz que se cuela por las claras cortinas de los ventanales de mi habitación. Llevo meses queriendo cambiarlas, pero heme aquí, sin poder moverme, pasando por otra de mis resacas.

Un suspiro involuntario me abandona y compruebo que en efecto es mi apartamento al ver el espejo de pie y la alfombra de pelitos grises junto al diván. Pero, ¿cómo carajos llegué aquí?

Trato de espabilarme restregando el dorso de una de mis manos por mis ojos. Me reacomodo incorporándome mientras varios recuerdos de una alocada fiesta me llegan, uno tras otros, de manera desordenada. Me siento al borde de la cama y para cuando soy consciente de mi desnudez el movimiento al otro lado del colchón me paraliza por un segundo.

Me vuelvo despacio no queriendo comprobar quién yace del otro lado. Una vez lo hago no tardo en desear que la tierra se abra y me escupa en otro sitio, en una isla desierta, por ejemplo.

—No, no, no. Joderrrrr —susurro enterrando mi cara en mis manos antes de peinarme el cabello hacia atrás en un intento fallido por recordar lo sucedido.

Despacio y sin hacer más ruido que el de la seda de mi bata deslizándose por mis brazos, salgo de la habitación amarrándola a mi cintura, echándole una última ojeada a la castaña que duerme plácida con todo su torso desnudo.

Arrastro mis pies hasta el baño de invitados, acribillándome una y otra vez mentalmente por ser tan idiota.

<<¡¿Pero cómo se me ocurre liarme con mi amiga?!>>

—Tonta, tonta, tonta. —Me regaño frente al espejo lavando mi cara que aún tiene vestigios de rímel y purpurina.

Justo cuando creo que este fin de año no puede ser peor, voy y suelto esta cagada.

—Sí que sabes cómo estropearlo todo —refunfuño yéndome a la cocina.

La pantera me devuelve la mirada desde su lugar en el sofá y en este punto de autoinculpación siento que hasta ella me juzga.

A pesar de toda el agua que bebí directo del grifo en el lavamanos, mi lengua aún sigue pegada al cielo de mi boca y la sensación de sequía implanta un golpe de estado en mi garganta. Voy hasta el refrigerador, destapo una botella agua y me la empino como si no hubiera un mañana.

JADE [+18] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora