三 Amanecer

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Durante la semana que quedaba de vacaciones se dedicó a ayudar en la casa a lo que fuera necesario, saliendo a pescar muy temprano con sus tíos, trabajando en el cultivo de arroz, preparando el kimchi con su abuela y ayudando a su abuelo con las c...

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Durante la semana que quedaba de vacaciones se dedicó a ayudar en la casa a lo que fuera necesario, saliendo a pescar muy temprano con sus tíos, trabajando en el cultivo de arroz, preparando el kimchi con su abuela y ayudando a su abuelo con las cuentas.

El último día de abril se dedicó a preparar sus cosas para el regreso a la escuela. El baúl se llenó con sus libros nuevos, materiales que habían comprado, ropa diaria y el uniforme. Aprovechó su último día de libertad para tener el cabello como se le diera la gana: naranja y corto, rubio y largo, completamente azul, degradados extraños y otras combinaciones con las que le hacía bromas a sus familiares, quienes le preguntaban con extrañeza si no lo llevaba de otro color hacía dos segundos y aprovechándose de eso para hacerse la inocente y robar un poco del teobokki que preparaba su abuela para el almuerzo.

El primero de mayo se despertó absurdamente temprano y salió en silencio de la casa para sentarse en el jardín exterior y ver por última vez el amanecer en su verdadero hogar, antes de partir durante meses a una isla remota.

En total no pasaba ni tres meses del año ahí desde que entró en la escuela, pero jamás diría que Mahoutokoro era su hogar. Allí no estaba su familia, y la juzgaban más que en su propio pueblo. Al menos en casa podía hablar en su idioma sin miedo a un castigo, podía vestir como quisiera, llevar el cabello de mil maneras distintas y ser ella misma, usando su verdadero nombre sin problema.

El sol empezó a calentar con ligereza las montañas en sus primeros minutos tras salir desde la costa, señalando el fin de las vacaciones y de su libertad ilusoria, recordándole de alguna manera esa bandera que había llegado a la península antes de que ella naciera, que permanecía ahí, y que seguramente no se iría en mucho tiempo.

El barullo en la casa empezó a levantarse cuando sus tíos se despertaron para ir a pescar de, intentando hacerlo en silencio sin conseguirlo del todo. Jangmi entró en la casa y los interceptó en el pasillo del patio interior.

—¿Puedo ir?

Ambos hermanos se miraron por un momento, evaluando el posible regaño de su hermana si algo le pasaba, que debía preparar las cosas para ir la escuela, que su transporte llegaría en un par de horas y que seguramente su sobrina les haría una ley del hielo tras las vacaciones si no la llevaban. Al final Dalhyun terminó cediendo y Jangmi corrió en silencio a su habitación para ponerse un pantalón y una camisa. Se recogió el cabello negro con un lazo y salió tras sus tíos.

Bajaron por el camino de tierra hasta llegar al puerto, donde tenían atado una pequeña barca pesquera. Desde hacía varios años que una de las tiendas de pescados les pagaba a los hermanos por llevarles la mercancía diaria, y con ánimos de ayudar a toda la familia, ambos se embarcaban al amanecer para conseguir los mejores peces.

—Deberíamos ahorrar... para comprar un motor —se quejó Dalson tras remar unos minutos.

—Entonces déjame a mí —bromeó Jangmi, sabiendo que no aguantaría ni la mitad de rato que Dalson.

Arirang | MahoutokoroWhere stories live. Discover now