XII. Felicidad

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El sol las encontró abrazadas en sueños

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El sol las encontró abrazadas en sueños. Simplemente habían caído rendidas por el cansancio de llorar y el trabajo previo del día.

Lo único que las arrancó de ese cálido refugio fueron unos delicados golpes a la puerta. Las dos protestaron en sueños al principio, hasta que los golpes fueron más insistentes. Dalmi se levantó con mala cara, y al abrir la puerta y ver a su hermano mayor, la cerró de inmediato con fuerza y volvió al io. Jangmi se echó a reír con la escena, y se levantó para ver qué quería Dalhyun.

—Buenos días, querida sobrina y querida hermana.

—¿Qué pasa?

—¿Quieres acompañarnos a pescar? Te pregunto porque hoy te vas, así que...

—Ah, no —protestó su madre—. Ella se queda conmigo.

—Vamos, hermana.

Se hizo el silencio, y ambos interpretaron que ella estaba analizando la situación, o tal vez burlándose de ellos.

—De acuerdo, pero si llega mojada como la otra vez, te las vas a ver conmigo, Seon Dalhyun.

Jangmi cerró la puerta y se cambió rápidamente a ropa de trabajo, le dio a su madre un beso de despedida y corrió detrás de sus tíos, quienes ya andaban por el camino de tierra rumbo al puerto como para hacerle entender que se tardaba demasiado.

El día se veía despejado, y el viento frío soplaba con suavidad entre las montañas. Los tres caminaron en el silencio de la madrugada, viendo a pocos vendedores que empezaban con sus labores bien temprano como ellos.

—¿Qué pasó anoche, enana? —preguntó Dalhyun rompiendo esa calma.

—¿De qué hablas?

—No somos sordos. Ambas estaban llorando.

—¿Entonces por eso querías que saliera con ustedes? —preguntó indignada.

—En buena parte —dijo encogiéndose de hombros con una sonrisa— ¿Acaso es que terminaste con ese Park Minho?

—Ya les dije que es solo un amigo.

—Ajá... ¿Qué pasó entonces?

—Ella me lo dijo todo.

Ambos frenaron en seco con notable sorpresa. Jangmi caminó un par de pasos más hasta girarse a verlos con el rostro tranquilo, pero con una enorme tormenta en el corazón al recordar esa historia.

—¿Qué es "todo"? —preguntó Dalson.

—¿Acaso tengo que explicarte cómo se hace un bebé, tío?

Dalson abrió la boca con sorpresa y buscó apoyo de su hermano en medio de esa confusión. No hacía falta decirles nada más para que entendieran a qué se refería, aunque seguro ninguno quería hablar de eso más de lo necesario.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora