XV. Ukiyo

19 4 2
                                    

—Creo que haces demasiado vibrato

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Creo que haces demasiado vibrato. Intenta hacerlo solo en las notas más largas para que no se sienta tan cargado.

Sakuragi hizo mala cara y puso los ojos en blanco antes de volver a cantar, haciendo caso omiso a su corrección, aunque Jangmi no estaba segura si era a propósito o un mal hábito nada más.

La campana retumbó de manera mágica en el espacio aislado, y la chica se apresuró a recoger sus cosas para salir.

—Espera un momento, Sakuragi. Saya me pidió que te diera la partitura para el festival, pero quiero preguntarte ¿sabes leerlas?

—Claro que sé leerlas ¿Qué clase de persona entra sin saberlo?

Extendió el papel, conteniendo la vergüenza que quería mostrarse en su cabello, hasta que la chica agarró la partitura con brusquedad, saliendo a paso rápido por la puerta.

Jangmi soltó un suspiro de frustración. Con Ogawa era un poco complicado, pero esa niña le estaba haciendo las cosas imposibles desde hacía un par de meses. La semana de exámenes le había regalado cierta paz al no ver a sus aprendices a cambio de una pequeña oleada de estrés y estudios para no reprobar nada, permitiéndole regresar a la rutina solo hasta el último día de evaluación.

Cerró la puerta para aprovechar un rato libre antes de la cena para practicar esos ejercicios de voz mixta que le había dado Saya. Había aprendido a cantar en voz de cabeza toda su vida, intentado compensar lo grave que era su voz con el registro agudo que alcanzaba, pero con Uchiyama había aprendido a valorar un poco más sus bajos con la voz de pecho, tal vez, por al poca fe que su anterior sempai le tenía. Al cantar, debía elegir en qué registro de su voz hacerlo para que no se quebrara sin querer al alcanzar el pasaje entre ambos registros, por lo cual la voz mixta le ayudaría a cantar en ambas sin problemas.

Ambas sempai le habían dicho en su momento que esos ejercicios de técnica vocal no debían durar mucho, así que, tras veinte minutos, salió del teatro camino al palacio. No hacía frío, pero, aun así, se envolvió el cuello con la bufanda, que había hecho de un tono similar al obi verde del kimono. En cuanto salió de la sala de ensayo, vio que había hecho bien llevándola consigo al escuchar los golpeteos de la lluvia en el tejado. Con su varita conjuró un paraguas para caminar hasta el comedor.

Desde la puerta pudo ver a sus compañeros, conversando entre risas mientras comían.

Cuando había llegado a la escuela por primera vez, había sido extraño convivir con ellos. Ser de diferentes nacionalidades y hablar a medias el idioma había complicado las cosas, pero desde el año anterior sentía cierta conexión con todos, como si fueran una familia. Ya no podía ver su vida sin ellos, y era extraño. Sus inicios fueron complicados, con problemas cada vez que los encontraban hablando en coreano, burlas y peleas con Ryuko por motivos variados. De alguna manera misteriosa se habían empezado a tolerarse y aceptarse con el tiempo. Aun con las discusiones, los secretos y los malos entendidos, le alegraba tenerlos.

Arirang | MahoutokoroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora