열여섯. Noticias

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Las cuatro estaban sentadas en la pequeña salita que les servía de comedor y como un lugar para compartir todas juntas

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Las cuatro estaban sentadas en la pequeña salita que les servía de comedor y como un lugar para compartir todas juntas. Yuhye y Baenhab jugaban igo en la mesa, donde Jangmi continuaba la letra de una canción, mientras Yeonjin leía un libro acostada en el suelo de tatami. Ya habían pasado dos meses desde que retomaron sus vidas, y nuevamente habían entrado en la normalidad previa.

Unos golpes en la puerta hicieron que todas desviaran su atención de lo que hacían. Se miraron entre todas para definir quién iría a atender.

—Yuhye-ya... —dijo Yeonjin

—¡¿Por qué yo?!

—¿Quién debía lavar los platos y no lo hizo?

La chica se levantó de mala gana. Sus pasos fuertes y cortos demostraban su disgusto de manera adorable hasta que se calzó en el genkan con rabia y abrió la puerta con fuerza hasta ver a la persona que estaba más allá. Paró en seco y palideció al encontrarse con esa mujer por el respeto que le tenían todas desde hacía años, y que no se extinguió con el tiempo.

—Buenas noches, señorita Tang —saludó la profesora Hamasaki—. Lamento la molestia. Busco a Seon Jangmi.

—B-buenas noches, profesora. P-pase si gusta —dijo Yuhye apresurada.

Ella le agradeció con una reverencia y se quitó los zapatos en el genkan. Las otras tres chicas se levantaron al verla para saludarla del mismo modo en que lo hacían cuando eran estudiantes. Baenhab recogió el tablero con ayuda de su varita, y arrastró a Yuhye hasta su habitación. Yeonjin recogió su libro, y salió al pequeño patio trasero a sentarse en la silla mecedora.

—Es un gusto verla, profesora.

—Digo lo mismo.

—¿Le apetece un té?

—Muchas gracias.

Jangmi calentó el agua con rapidez, sirvió la bebida, y se sentó en la mesa frente a la mujer. No parecía haber cambiado en nada, como si el tiempo se hubiera congelado hacía tantos años en esa isla. Se sentía como si volvieran a ser profesora y alumna.

—¿Ha sabido algo de su familia?

—No. Si supiera algo, no estaría aquí.

—Lamento escucharlo.

—¿A qué debo su visita? Me sorprendió recibir una carta suya —preguntó con cortesía evitando ese tema.

—El director Katayama falleció.

Su profesora siempre había sido una mujer seria, y era habitual que usara kimonos negros en la escuela, así que hasta ese momento Jangmi no se había percatado que era un kimono mofuku o que ese gesto serio era por el duelo.

—L-lo lamento mucho.

—El funeral será en tres días, y dejó dicho que quería que cantaras en él.

Arirang | MahoutokoroWhere stories live. Discover now