Capítulo 5: Estampida

54 12 13
                                    

Akira le tendió la mano para salir de la piscina: era el segundo día consecutivo que asistía a nadar por las mañanas y, según observaba Wilson, se iba a convertir en un hábito. Sin pensárselo dos veces, se sujetó un poco de su amiga para después apoyar buena parte de su peso sobre el bastón. Quizá podía acostumbrarse a eso: después de todo, no era tan malo ir a nadar con una chica atractiva todas las mañanas.

— ¿Hace cuánto que haces esto? - Preguntó Wilson, consciente de que Sato llevaba mucho más tiempo en el Hellen Keller que él.

— ¿Uh? Creo que no he faltado ni un día desde que empecé, en décimo grado - Reconoció ella - Si me encontraba en el campus desde la mañana, entonces vendría a nadar también. Sin excepciones.

— ¿Y nunca te acompañó nadie? - Se sorprendió Wilson, convencido de que forzosamente, al menos un chico habría intentado pasar tiempo con ella de esa manera.

Akira negó con la cabeza para después explicarle que a veces llegaban a intentarlo pero, por lo general, dejaban de venir antes de dos semanas, así que llevaba un buen tiempo sin un compañero por las mañanas. Claro que, los que acudían a las sesiones de fisioterapia por las tardes, eran más numerosos que tan sólo ella, así que no es como que no se le diera uso a las instalaciones de todos modos. Sea como sea, la pregunta ya había sido respondida, así que Akira no siguió dándole vueltas más allá de eso.

— Anda, ve a cambiarte - Lo apremió ella - O llegaremos tarde con Andersen.

Wilson terminó obedeciéndole: huraño como era, todavía no conseguía hacer amistad con nadie más, pero la única persona con la que realmente hablaba por ahora, Akira, le daba órdenes constantemente (aunque de manera sutil) y él no parecía tener problema con eso. Poco dispuesto a seguir pensando en esa u otras cosas, decidió revivir en su mente un par de momentos ocurridos en la piscina hacía apenas unos cuántos minutos: había intentado hacer carreras con Sato, pero dos años nadando a diario la habían preparado para ganarle a cualquier amateur como él, así que antes del minuto que habían establecido como tiempo límite, ella casi había hecho el doble de vueltas que él.

Tampoco se iba a quejar al respecto: la verdad es que disfrutaba bastante pasar tiempo con ella.

En cuanto estuvo seco y vestido, tomó la bolsa en la que guardaba el traje de baño y salió al pasillo entre la piscina y los vestidores, esperando a que Akira saliese; tan pronto como lo hizo, ambos caminaron juntos hacia los dormitorios: dejarían sus trajes de baño, tomarían sus mochilas e irían juntos a clases.

Recorrieron el camino de regreso con relativa facilidad, pues ese día habían empezado más temprano que ayer, así que todavía no había tanta gente en los alrededores: eso, sumado a que Wilson ya se había acostumbrado mejor a su bastón, lo hacían sentir que ya no retrasaba a Sato tanto como antes, lo que se reflejaba de manera positiva en su estado de ánimo.

En cuanto llegaron a los dormitorios, Akira se dirigió a la entrada del de chicas, diciéndole que se diera prisa: Wilson rogó porque no hubiese nadie utilizando los elevadores tan temprano y pudo considerarse con suerte, ya que de hecho, no se topó a ningún alma viviente en el pasillo de la planta baja ni en el segundo piso. No tenía idea del porqué, pero Demian había permanecido bastante callado esos últimos dos días, aunque sinceramente, no le molestaba si Demian permanecía quieto un día o dos.

Tan pronto como cogió su mochila, Wilson se dirigió hacia el elevador, pensando en que probablemente Akira ya estaría esperándolo abajo, cosa que terminó siendo totalmente cierta: apenado por su aparente falta de velocidad, pensó en excusarse, pero enseguida razonó que a Akira no parecía importarle esa pequeña demora. Cuando por fin emprendieron el camino al edificio principal, varios otros estudiantes comenzaron a poblar las áreas verdes, empezando por la pequeña rotonda frente a los dormitorios: nadie a quien Wilson reconociera, aunque un par de personas reconocían a Sato al pasar y la saludaban. Ella amablemente les correspondía, aunque Wilson se dio cuenta de que no se detenía a conversar como se esperaría. Quizá estaba siendo educada con él, demostrando que lo estaba acompañando y no a otra persona.

Las flores de cristalWhere stories live. Discover now