Dolor.

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-Tú... -siseó Yibo acercándose peligrosamente hacia él-. Tú me seguiste durante meses para quitarme todo. ¡Tú me arruinaste! -le gritó antes de abalanzarse como una fiera a su cuerpo.

Zhan se incorporó de un salto y le sujetó las manos con fuerza.

-¿Se puede saber qué coño te pasa? -masculló entre dientes mientras seguía forcejeando con él.

-¿Qué qué me pasa? Tú hiciste que perdiera todo mi dinero en apuestas fraudulentas. Me estafaste para dejarme sin nada y que no tuviera más remedio que recurrir a ti. ¡Me convertiste en tu ramera! -le gritó fuera de sí.

«¡Joder, sí que está cabreado!», pensó el pelinegro. Y antes de que el joven volviera a atacarlo, cogió un cordel que tenía guardado en el cajón y lo ató encima de la mesa. Yibo intentó liberarse removiéndose y tirando con fuerza, pero la cuerda era bastante resistente y el nudo estaba bien hecho.

-¡Eres un hijo de puta mentiroso! -le insultó muerto de rabia.

El mayor esbozó una sonrisa burlona y lo bordeó hasta quedar de espaldas a él. Le encantaba verlo sometido. Sacaba su parte más siniestra y sádica.

-Vaya, vaya~ -canturreó con aire amenazador-. Por lo que parece has estado husmeando entre mis cosas.

-¡Sí! Yo le quité la llave a tu asistenta y me colé en tu despacho. Así que no te molestes en negarlo. Sé lo que hiciste y sé quien eres en realidad.

El pelinegro soltó una carcajada perversa.

-¿Negarlo? -se burló-. No sabes cuánto me alegra que podamos ajustar cuentas de una vez.

-Así que reconoces haberme estafado para sacarme mi dinero -murmuró perplejo.

-No, bebé, no te engañes. Te arruinaste tú solo al despilfarrar sin control alguno, al vivir a lo grande sin cabeza, al apostar más de lo que debías sin tener puta idea de jugar. Tú solito te precipitaste al vacío, Yibo. Yo solo tuve que enseñarte el camino.

-¡Vete al infierno, cabrón! -Zhan rompió en otra carcajada y Yibo empezó a sollozar-. No sé qué te he hecho para que te ensañes conmigo de esta manera.

-Me alegro que me hagas esa pregunta porque te aseguro que tengo motivos para odiarte.

El castaño contuvo el aire como si acabaran de soltarle un puntapié en la barriga. A pesar de que también sentía por él algo muy parecido al odio, en el fondo esa palabra laceraba su corazón. No soportaba la idea de descubrir que se había enamorado por primera vez en toda su vida de un hombre que lo detestaba profundamente.

-¿Por qué me haces esto? -lloró desconsoladamente.

Zhan le subió el largo abrigo hasta la cintura, bajó el pantalón que llevaba el chico hasta sus rodillas y acarició su trasero.

-Verás Yibo ¿te acuerdas qué sucedió aquella mañana cuando metiste a tu novio a escondidas en casa?

Aunque Zhan estaba furioso tuvo que hacer un esfuerzo para hablar. Se había empalmado como un mono al ver esas nalgas cremosas y tan accesibles meneándose delante de sus ojos. Solo tenía que bajarse los pantalones y follarlo contra la mesa. Pero no, aún no era el momento, Yibo tenía todavía mucho que escuchar.

El castaño sintió la mirada del pelinegro fija en su culo y se ruborizó. Se ruborizó y notó como su miembro comenzaba a despertar. Mierda. ¿Por qué su cuerpo siempre lo traicionaba? Entonces sintió un azote fuerte en el trasero y se contrajo por el dolor.

-Te he hecho una pregunta. ¿Te acuerdas de lo que pasó con tu novio sí o no? -insistió irritado.

El menor estaba aterrado pero intentó hacer memoria y se remontó a esa mañana en la que había hecho pellas en el instituto. Él salía con Mingyu, el capitán del equipo de baloncesto, y se encontraban en un rincón de la cocina dándose el lote mientras el pequeño Zhanie -que también había faltado a clases porque estaba enfermo- los espiaba desde las sombras. Yibo lo vio de reojo y con una sonrisa pícara, cogió la mano de su novio y se la colocó sobre su trasero. Le divertía poner celoso al muchacho. Hacía que su ego se disparara por las nubes. Pero Mingyu se calentó más de la cuenta y quiso bajarle el pantalón a la fuerza.

Yibo, asustado, le gritó que parase, a la vez que el capitán seguía tirando de su ropa con más rudeza. De repente algo emergió sin previo aviso y un cuerpecillo robusto se interpuso entre él y su novio. El capitán del equipo bajó la mirada, observó al chaval enclenque que le amenazaba con los puños en alto y se sintió todavía más humillado, por lo que apartó al castaño de un empujón y se ensañó con el pobre Minnie.

-Oh no... -murmuró horrorizado Yibo al recordarlo-. Tú me defendiste de ese chico y acabaste con la cara destrozada.

-Sí, te defendí porque no soportaba que nadie te hiciera daño. Pero tú supiste agradecerme el detalle ¿verdad? -le dejó caer con ironía y una nota de furia en su voz.

Yibo lloró desconsoladamente al recordar lo que vino luego.

Mingyu le había amenazado con hacer su vida un infierno si decía la verdad, y había tenido miedo porque él era el chico más popular del instituto y sabía que era capaz de cumplir su amenaza. Así que decidió contarle a sus padres justo lo contrario, que Zhanie se había propasado con él y que su novio había tenido que defenderlo.

-Lo siento -sollozó el castaño.

-¿Qué lo sientes? -se rió amargamente-. Pues aún no te he contado lo mejor - Yibo se asustó al escuchar como se quitaba el cinturón y empezó a revolverse de nuevo-. Verás -continuó-, después de tu sucia mentira echaron a mi madre a la calle. Sí, como lo oyes, de la noche a la mañana se quedó sin trabajo. Y por más que lo intentó no encontró otro. Allá por donde iba le cerraban las puertas. La influencia de tu familia era demasiado poderosa. Mi padre de sangre había fallecido, por lo que mi madre tenía un hijo que alimentar por sus propios medios ¿Y sabes lo que tuvo que hacer para sobrevivir?

De repente sintió la descarga de un correazo contra las nalgas y apretó los dientes por el dolor.

-Sí, Yibo, mi madre tuvo que prostituirse para sacar a su hijo adelante y pagar las facturas.

-¡No! ¡Eso no puede ser cierto! -gritó horrorizado. Sus palabras lo herían más que sus azotes. Pero Zhan lo golpeó con más fuerza hasta hacerlo sangrar.

-¿Crees que me lo invento, maldito
imbécil? -rugió enfurecido, mientras el chico gritaba y se retorcía con cada latigazo-. Noches enteras tuve que taparme los oídos mientras escuchaba los crujidos del colchón y los alaridos de mi madre al otro lado de la habitación. Y ahora quiero que tú sientas lo mismo, que sufras como sufrió ella -susurró lleno de ira mientras lo azotaba una y otra vez.

Se detuvo cuando vio el culo del chico en carne viva y lo escuchó jadear sollozante y lastimero. Por un momento tuvo el impulso de soltarlo y acunarlo entre sus brazos hasta que dejara de llorar. Pero luego observó las gotitas de sangre deslizándose por su piel maltratada y volvió a encenderse. Necesitaba calmar aquel dolor que había despertado después de tanto tiempo. Necesitaba hacerlo suyo.

Yibo abrió los ojos de golpe cuando él empezó a lamer la piel de su trasero fustigado. La humedad de su lengua calmaba el escozor de sus heridas, pero era una situación tan humillante y surrealista que no podía dejarlo pasar.

-¡Basta! ¡Déjame en paz! -se revolvió con todas sus fuerzas.

Zhan dejó de lamerlo y colocó sus manos en su traseros para que se estuviera quieto. El castaño se irguió tenso al notar su piel al rojo vivo. Joder, era como tener un brasero en el culo. Y se arrepintió de pedirle que parase.

-¿Dejarte en paz? No pequeño, ahora viene lo mejor -le prometió.

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Terminamos con lo que podría decirse maratón.

Gracias por sus visitas y comentarios.

𝙻𝚘𝚟𝚎 𝙳𝚎𝚋𝚒𝚝 [𝙰𝚍𝚊𝚙𝚝𝚊𝚌𝚒ó𝚗 𝚉𝚑𝚊𝚗𝚈𝚒]Where stories live. Discover now