17

3.4K 374 120
                                    

-Más adentro.

Koko le agarró el pelo. La saliva comenzó a desparramarse por los bordes y a caer sobre el cuero del asiento. Unos toques en su pierna le indicaron que ya no aguantaba más. Lo soltó.

-Déjame ver tu cara.

Le sujetó el mentón con fuerza. Respiraba entrecortadamente con su húmeda boca y sus llorosos ojos. Pero no sintió absolutamente nada al mirarlo.

-A la cama -ordenó.

El chico se sentó sobre él, cerrando tímidamente sus piernas hacia un lado. Sabía que a Koko le gustaba que se hicieran los inocentes.

-Date la vuelta.

-Creía que querías ver mi cara.

-Ya no.

Se dio la vuelta y agarró la almohada con los brazos mientras exponía el trasero, irguiéndolo para ser penetrado como tanto ansiaba, como tanto le gustaba que se lo hiciera ese hombre de cabello negro y ojos oscuros brillantes.

Pero Koko lo azotó con su mano un par de veces. El hombre no contuvo su voz, sabia que a Koko le gustaba oírlo sufrir. Cuando su piel adquirió rápidamente un tono rojizo le introdujo el dedo gordo, sin ningún cuidado, lo movió dentro de él.

No buscaba nada de placer, tan siquiera preparlo. Era el mero hecho de tenerlo a su disposición, de poder hacerle lo que quisiera, de poder dominarlo y humillarlo de la forma que mejor le plazca, lo que le atraía era eso.

-Por favor... -el chico abrió las nalgas con su suplicante voz -Penétrame amo...

En el pasado esa suplica le provoco arrebatos de locura y excitación, pero en esta ocasión nada. Estaba duro, sí, por lo que le habían hecho hace un rato, estaba duro tan solo por un estimulo físico, nada sentimental, una simple reacción fisiológica.

Pero debía mantener la mente en blanco y concentrarse como nunca para que no se le bajara.

-¿Qué pasa...? -pregunto el chico, aun a la espera.

-No...

-¿No? ¿Aún no quieres hacerlo?

-Cierra la boca.

Koko se subió sobre él, empujándole la cabeza contra la almohada. El chico hundió la nariz en ella, dando un respingo. Esa brutalidad, esa rudeza era una droga que le ponía  a mil.

El director lo penetró una vez más, hasta el fondo y con fuerza. El chico ahogo un grito en la almohada mientras Koko movía bruscamente las caderas, buscando un orgasmo rápido. Que no llegaba.

Frustrado y enfadado apretó aún más la cara del chico con la almohada mientras que el otro intentaba decirle que parase.

Koko lo embistió, una y otra vez, con fuerza. No funcionaba, ¿por qué?

Inui, él era lo único que ocupaba su mente. Solo deseaba ver su cuerpo denudo bajo el suyo y su cara seria y orgullosa suplicando más. Eso era lo que más deseaba en el mundo en esos momentos. Que ese chico que se estaba tirando fuese Inui.

La rabia se apoderó de él, lo volvió a penetrar con más brutalidad. Ya había conseguido encontrar su punto. Con la imagen de Inui en su mente estaba apunto de correrse, hasta que el hombre de debajo le clavó las uñas con fuerza en las piernas.

Quito su mano y salió de su interior, sin haber llegado a su clímax. El joven comenzó a toser y buscar desesperadamente por la mesilla de noche. Koko se levantó y fue hasta la cómoda, donde agarró el inhalador y se lo lanzó.

-Dijiste que podías soportarlo, que ya nunca te pasaba esto.

El chico inhaló un par de veces.

-Casi me asfixias.

Trabajo imposible {Koko e Inui}Where stories live. Discover now