—Vamos, Lou—, insistió, sacudiéndolo por el brazo, impidiéndole tomar un sorbo de su bebida.

—Lo único que lograrás es que derrame mi agua— el líquido frío que le cayó por todo el suéter le impidió seguir hablando —¡Te lo dije!— exclamó, fingiendo un fastidio extremo.

El alfa se tapó la boca con una mano para evitar que su risa se escuchara demasiado y su amigo quisiera matarlo —perdón— se disculpó, pero su rostro mostraba completa diversión.

El omega negó —está bien— dijo y con la punta de sus dedos tomó un trozo de tela para estirarlo y evitar que el agua fría golpeara su piel tibia.

—Vamos al salón, tal vez traiga una sudadera—, ofreció el hombre de cabello negro, y Louis lo siguió en silencio.

Caminaron rápidamente hacia el aula donde habían dejado sus cosas, que era donde Harry enseñaba. Les había dicho antes que si querían almorzar o dejar allí sus pertenencias para no tener que cargarlas, no tendría problema con eso, por lo que ambos muchachos le agradecieron y lo escucharon.

Cuando llegaron, Thomas inmediatamente buscó en su mochila una sudadera para su amigo, pero no pudo encontrar ninguna.

—no está allí, Lou—, le dijo, sonriendo con tristeza, —Supongo que la dejé en casa—.

El omega sonrió con calma —no te preocupes, solo tendré que esperar a que se seque. Estaba muy fría—se quejó, aireando la prenda con la mano.

El pelinegro lo apuntó con un dedo —te lo dije, pero tú nunca me prestas atención en absoluto— negó con la cabeza —oh, hola, Harry— lo saludo con una sonrisa y el omega solo volteó a sonreírle él, después de todo ya había notado su presencia por el aroma.

—hola—,  los saludo, —¿qué te pasó?— Pregunto con curiosidad, mirando el suéter empapado en omega.

—Thomas derramó el agua sobre mí—, dijo encogiéndose de hombros y el alfa miró al alfa más joven.

—Qué salvaje eres, Thomas— sacudió la cabeza de un lado a otro en negación y luego volvió a prestar atención al omega —¿No tienes frío?— cuestionó mientras tocaba el paño húmedo, dándose cuenta de que estaba muy frío.

El más pequeño negó con la cabeza —no...no mucho— mintió, acomodándose el flequillo rebelde con la otra mano.

Harry lo estudió con los ojos y luego simplemente se dio la vuelta, caminando hacia su escritorio. Louis y Thomas se miraron extrañados, encogiéndose de hombros y continuando haciendo aire con sus manos y un cuaderno que estaba en el banco.

—Aquí—, ambos chicos dieron un respingo cuando escucharon la voz de Harry tan cerca de nuevo. Louis miró lo que el profesor le extendía y se sonrojó al ver una sudadera. Supuso que era suyo, —es mío, póntelo mientras se seca tu suéter-, acertó.

El omega lo tomó con cuidado —gracias, Harry— agradeció sonriéndole, el alfa le devolvió la sonrisa —Iré a ponérmelo, no tardaré—advirtió y prácticamente salió corriendo. Dejando a Harry confundido.

—¿Por qué no se lo puso aquí?— le pregunto al menor, viendo de dónde había salido el omega.

Thomas se rió —no lleva nada puesto abajo— le dijo y alfa levantó ambas cejas —no le gusta usar nada más cuando está usando un suéter o una sudadera— contó.

El alfa asintió entendiendo lo que decía el menor. Solía ​​sentirse así cuando era más joven, tal vez quince o dieciséis años. No recuerda exactamente. Ahora, a los veintitrés años, no cree sentirse tan inseguro o incómodo consigo mismo como entonces. O tal vez sí.

QUIERO ESTAR CONTIGO (L.S.)Where stories live. Discover now