XII

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El viernes finalmente llegó y con él, el terminó la mudanza de Louis. Había sido un poco difícil llevar las cosas de la casa del omega al apartamento del alfa, pues aunque no había muchas pertenencias, la distancia agotaba, más aún con el frío que comenzaba, diciembre se sentía cerca y lo único que quería era estar en el sofá, con su manta encima y un chocolate caliente en sus manos, no aquí para allá, moviendo cosas, limpiando muebles y arreglando su desorden.

Sus manos se enfriaban demasiado rápido y cualquier golpe era tres veces más doloroso que a temperatura normal, así que tratando de ayudar, Thomas y Harry le pidieron amablemente que llevara solo la cosa más suave y liviana o que se sentara mientras hacían el trabajo pesado; por supuesto se quejó por un rato de lo mal que eso sonaba y lo fuerte que era para ayudarlos con el trabajo pesado, pero al final terminó prestándole atención a ambos alfas.

El grado de felicidad y emoción que recorrió su cuerpecito fue grande cuando vio todo terminado, cuando vio que todo estaba en perfecto orden y lleno de cada una de sus pertenencias, haciendo del departamento su lugar. Algo completamente suyo. Fue entonces cuando se dio cuenta de que cada maldita hora arreglando artículo por artículo y limpiando pieza por pieza había valido completamente la pena. Quedó feliz con el resultado obtenido.

Los últimos días le habían ido bien, todo parecía tranquilo y relajado. Su tiempo se había ido en el mudanza, que ni siquiera tuvo un momento para detenerse a pensar o preocuparse si alguien había vuelto a hablar de él o si su padre todavía estaba en la ciudad como Kate le había dicho. No le importaba y empezaba a tener menos miedo de que Edmund estuviera cerca de él.

Su seguridad se había vuelto considerable y no, no hablando de estar a salvo, sino hablando de sentirse bien consigo mismo y afirmarse por lo que realmente tiene que ser. Un omega masculino capaz de superar cualquier pequeño obstáculo que la vida le ha puesto a lo largo de sus dieciocho años.

Estaba empezando a aceptarse a sí mismo por lo que era, y era el sentimiento más gratificante que jamás podría sentir.

Tiene que admitir que parte del crédito es para ese alfa con la postura fuerte, el cabello rizado y los ojos verdes increíblemente suaves, solo para él. Simplemente no podría agradecerle suficiente al alfa por todo lo que ha hecho por él, las palabras no serían suficientes para demostrarle lo agradecido que está, y aunque no es necesario, como, Harry lo sabe perfectamente, al omega le gustaría al menos hacer el menos la cuarta parte de lo que Harry ha hecho por él. Que hace.

Está agradecido con la luna por enviarle a Harry.

—Hace mucho frío, ¿no?— Thomas comentó desde donde estaba arrinconado en el sofá, mirando sugestivamente a Louis, quien parecía más divertido por las manos del alfa a su lado que por lo que su amigo estaba sugiriendo. —¿Hace más frío que ayer?— Lo intento de nuevo.

El alfa mayor lo miró extrañado por unos segundos, hasta que entendió a qué se refería el menor —Demasiado, no siento mis manos— el pelinegro puso los ojos en blanco y se quejó.

—Lou, deberías, ya sabes, hacer algo para mantenernos calientes—, intentó de nuevo el más joven.

El omega apenas lo miró antes de regresar su mirada a las manos de Harry. —Por supuesto—, dijo, provocando una feliz exclamación de su mejor amigo, —Encenderé la calefacción—, y luego Thomas volvió a gemir, haciendo reír al omega y a Harry.

—¡Louis!— exclamó infantilmente con un puchero en los labios y finalmente llamó la atención del pequeño omega —no me estás entendiendo, no quiero calefacción, quiero un chocolate caliente, por favor— rogó, sabía claramente que a Louis no le gusta que lo molesten mientras descansa, y si lo hacían, serían enviados directamente por un tubo.

QUIERO ESTAR CONTIGO (L.S.)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن