EPILOGO

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El sol comenzaba a colarse por las delgadas cortinas de sus ventanas, un ligero sonido de inconformidad saliendo de sus labios. El frío mañanero lograba meterse por sus sábanas haciéndolo encogerse entre estas para llevar un poco de calor a su cuerpo.

Suspiró cuando unos brazos envolvieron su cintura, aquella hermosa voz que tanto amaba hacía años llegando a sus oídos:

—Hora de levantarse, Woonie, no queremos hacerle creer a nuestra pequeña que olvidamos su cumpleaños, ¿o sí?—Wooyoung negó, sus ojos permanecían cerrados. Un beso fue depositado en su nariz.—Arriba.

—Ya... Ya voy.

Aquellos brazos cálidos que envolvían su cintura ahora se alejaban de su cuerpo, dejándolo solo con la suave brisa que entraba por la ventana entreabierta. Sonrió recordando la razón por la que aquella ventana estaba así:

—Esta casa apesta a pizza...—Susurró.

—Dejemos la ventana abierta, tal vez así desaparezca.

Balbuceando palabras que no logró reconocer se paró de su cama y se dirigió al baño. Una vez que hizo todo lo que debía hacer, se miró al espejo. Frunció los labios al notar la gran diferencia que ahora había en su rostro. Sus mejillas estaban regordetas, sus ojos brillaban, su cabello largo era amarrado por una coleta y sus labios ahora estaban sanos y húmedos. Sólo tenía 25 años, y creía que el rostro que tuvo cuando era un adolescente ya se había esfumado.

—¡Papá!

Una dulce voz y unos pasitos corriendo llegaron a sus oídos, salió del baño en cuestión de segundos, su rostro llenándose de alegría cuando vió a su tesorito acercarse corriendo hacia él. La pequeña saltó a sus brazos, recibiendo gustosa los besos que el hombre regaba por todo su rostro.

—Feliz cumpleaños, Chaewon.

Chaewon era una preciosa niña pelirroja con hoyuelos y un hermoso lunar bajo su ojito, cuando la pareja la adoptó tenía tan solo doce años de edad. Se encantaron con ella al ver aquellos rasgos, rasgos que ya eran característicos en ellos. Chaewon cumplía 14 años ese día y no podía estar más feliz.

—Gracias, papá... ¡Ven a ver el pastel que hizo tía!—Pidió uniendo las palmas de sus manos y poniendo ojos de perrito, su padre rió enternecido.

—Amo tus ojos.—Y besó su nariz de botón.

Los besos en la nariz eran algo habitual en esa familia.

Bajó al suelo a su hija con cuidado y tomó su manito para caminar juntos escaleras abajo, una enorme cantidad de globos esperando ser inflados por alguien pacientemente. Se dirigieron a la cocina encontrándose con una escena tan divertida que hizo a la pequeña niña estallar en carcajadas. Su mejor amiga estaba cubierta de harina mezclando algo que desconocía.

—Buenos días, Wooyoung.

—Buenos días.—Respondió, acercando una silla a su hija para que se siente, para luego darle el desayuno que ya habían dejado preparado.—Tu amorcito dijo que iría a comprar un pastel, no entiendo porqué... El que hice yo es increíble.

—¡No lo es, papá!

Wooyoung soltó una carcajada, su hijita no tenía filtros al hablar. Le recordaba a alguien. Se sentó junto a su amiga, comenzando a disfrutar de su desayuno.

—No dudo que sea increíble, pero ya sabes cómo es...—La chica asintió rodando los ojos.—Y deja de decirle así, es vergonzoso.

—¡Pero sí es tu amorcito!

—¡Por supuesto que sí! Pero solo yo puedo decirle así...

—Ya, ya, nadie te sacará a tu hoyuelitos...

Egoist || Woosan (REMAKE)Where stories live. Discover now