I ain't got too much time to spend

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Parte cinco:

Sinergia

...

El sonido de la puerta cerrarse les confirmó que por fin vuelven a estar a solas. La rubia busca un puesto y le toma varios segundos en poder sentarse, con un notorio dolor en los riñones. Christian frunce los labios en un intento fallido de esconder una risa, pero más allá, fue en realidad para evitar el impulso de ofrecerle su mano, su brazo o lo que necesite para que no tenga ninguna incomodidad.

Se lamenta por el pensamiento internamente. Una cosa era estar sola, en esta misma sala, poner el reproductor de música y escuchar su voz, y permitirse, solo entonces, ideales donde la mayor protagonista de sus novelas mentales era la rubia. ¿Pero ahora? Ahora el esprecto se convierte de carne y hueso, y agradece, como nunca, a su suerte, esa que parece odiarla desde millas. No se hace muchas ilusiones; está acostumbrada a que lo que le resulta agraciado, a lo que se pinta de colores en su lienzo grisáceo termine pronto dejándole el mismo hueco en el pecho. De todas formas, por mucho que se repita no hacerse ilusiones estúpidas, las esmeraldas la recorre de arriba abajo y su boca roja le regala una sonrisa, invitándola a que tome asiento junto con ella. Como si esta no fuera su propia casa y, ante la presencia de la rubia, hasta para eso debe pedir permiso porque impone. Adele impone en demasía y hace flaquear sus rodillas que debe apresurarse en un salto en obedecer para no mostrarse muy evidente.

Estando cerca, sin medir la distancia realmente, solo sabiendo que se ha sobrepasado en el espacio de la mayor, esta ensancha más su sonrisa y la pelinegra vuelve a reclamarse lo tonta que comienza a sentirse, a maldecir ese revoleo en la panza que le dan ganas de vomitar; en efecto, una simple sonrisa de la cantante ha logrado derribar sus murallas que le gritaban victoria, que le recuerdan que las razones que la llevó a ser asocial no se comparan a lo que puede llegar a ser si deja a la rubia entrometerse en su vida y permitirse... sentir.

Pero era muy pronto, se repite, es muy pronto y aparte, sea como sea, nunca estaría al alcance de una mujer como Adele, si alguien llegase a estarlo, obviamente no sería ella. Es absurdo si quiera pensarlo, ¿cómo puede ser tan tonta?

—¿Cristina? —La escucha y le agradece en silencio por haberla alejado de sus pensamientos destructivos.

—Así me llama desde que dije que soy lesbiana —confiesa y una chispa le advierte de ponerse atenta a las futuras reacciones; algo dentro todavía sigue buscando oportunidades y tal vez haya funcionado porque la rubia desvía la mirada, sirviéndose más vino y bebiéndolo entre sorbos alargados; si la conociera de verdad diría que está nerviosa—. Fue él quien me nombró Christian a costa de mi madre —continúa, ignorando partes de la historia—, decía que su hija debía ser diferente, especialmente si era su "única" hija.

—¿Única?

—La que tiene su apellido, al menos.

—Parece que resultó —dice entre dientes y escucha un tono malévolo, risueño.

—Sí, definitivamente. Al comienzo odiaba mi nombre, luego me acostumbré. Salí del "clóset" a los veinte, y desde entonces me llama Cristina.

—¿Por qué siento que tu padre no me agradaría si no estuviera tan enfermo?

—A mí tampoco me agradaría, pero soy lo único que le queda y en su momento era un buen padre; le rindo homenaje a los recuerdos.

La rubia sonríe y le arranca la copa de la mano para servirse otra para ella misma y la segunda recién para Christian. Se pregunta si estará correcto recordarle que debe conducir a casa, que de seguro queda en otra ciudad de distancia o si es debido hacerle acuerdo a una mujer mayor que debe medir su nivel de alcohol, o si la mujer ya estaba acostumbrada (porque parece que sí) a beber mucho que casi no siente los estragos. Christian prefiere guardarse los comentarios y aceptar el brindis. "Por los recuerdos", dice la rubia y con un malestar hace el brindis. Cuánto daría ella por olvidarse de varios recuerdos que no hacen, sino hacerle sentir una mierda.

all the good songs were about youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora