34. Inflexión

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     —¿No habría sido mejor comprar flores para decorar la habitación? —pregunté agarrando el peluche gigante por un extremo

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     —¿No habría sido mejor comprar flores para decorar la habitación? —pregunté agarrando el peluche gigante por un extremo.

     —La pajarita es aguamarina, su color favorito —argumentó Emily, intentando que el oso no tocara el suelo desinfectado del hospital.

     —Sigo creyendo que las flores son más elegantes.

     El muñeco era casi tan alto como yo, llevaba una pajarita elegante y un cartel que decía ¨¡Teníamos ganas de verte, bebé!¨. El dependiente nos indicó que era un regalo para las embarazadas, pero mi amiga había insistido en que los pequeños detalles no contaban tanto como los grandes. Supongo que llamábamos la atención paseando un oso por el hospital.

     Siendo hija de un médico, se esperaba que uno de mis hermanos o yo tuviéramos interés por dicha profesión. Sin embargo, nunca fue así. Blanca se desmayaba cuando le hacían una analítica. Eric era demasiado pequeño, pero se mantuvo igual de indiferente en cuanto a la anatomía hasta hoy en día. En mi caso, había salido como mi madre porque solo me gustaba el ballet.

     Me sentía incómoda andando por aquel edificio enorme con paredes blancas, personal sanitario demasiado normativo, olor a lejía y constantes pitidos de máquinas. Quedarme en casa por la mañana era algo extraño y lo notaba en los huesos. Debía estar en el instituto, no dando vueltas con el Señor Oso. Por suerte, tenía a Emily a mi lado cuando cruzamos las puertas del ascensor hasta el ala donde asignaron a Luke. Escuché a lo lejos unas voces que se convirtieron en verdaderos gritos a medida que nos acercábamos a la habitación.

     —¡No puedo creer que haya criado a un desagradecido! —Oímos al otro lado de la puerta—. Anulo una importantísima reunión con una personalidad del mundillo, me preocupo por tu futuro y tú ni valoras mis esfuerzos.

     —¡Desde que entraste por la puerta no has parado de hablar de ti y de lo mucho que afecta a tu agenda que tu hijo casi no la cuente!

     Emily y yo nos quedamos junto a la habitación. No era el momento para entrar. Cuando tu amigo pelea con sus padres y ambos bandos sacan temas personales, lo mejor es no intervenir y permanecer al margen.

     —¡Esto no habría pasado de no ser por este chico! —bramó el hombre—. Te está comiendo la cabeza y...

     —¡Luke, por dios! —reconocí la voz de Freddy.

     Se escuchó un sonido súbito, un chasquido aunque húmedo, el cual dejó el lugar sumido en silencio durante unos segundos. Emily y yo nos miramos la una a la otra sin saber muy bien qué acababa de pasar hasta que la puerta se abrió de sopetón. El padre de Luke casi chocó con nosotras. Al ver la camisa mojada supe lo que había hecho su hijo.

     —Vaya, Evelyn y Azucena —nos llamó recolocándose la corbata—. Habéis llegado en un mal momento.

     —Señor Lancaster —dijimos ambas al unísono.

Hecha de Estrellas (TERMINADA, editando borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora