( ⚈̥̥̥̥̥́⌢⚈̥̥̥̥̥̀)

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"Lalisa, deja quieta esa pierna." Masculló mordaz Chitthip, sin siquiera desviar la mirada hacia su hija.

Lalisa suspiró de alivio cuando la misa por fin terminó. Y no porque le desagradara asistir, en realidad, no era así. El problema eran las miradas que sentía detrás ella, clavándose en su cuello como dardos acusadores.

Como todos los domingos, la castaña caminó detrás de sus padres lentamente, con la diferencia de que esta vez ninguna de las personas que normalmente se acercaban a ella la saludaron, sino que la miraron desde lejos con horror.

"Mira lo que nos has hecho. Todos están hablando sobre nosotros, piensan que te hemos mal criado cuando en realidad eres tú la que arruinó todo. Todo esto es tu culpa." Su madre no paró de susurrar en el oído de su hija hasta que hubieron llegado a la acera, en donde la castaña se giró sin mediar palabra, comenzando a caminar hacia su casa.

Chitthip decidió dejarlo pasar, observando con los ojos entrecerrados a su hija, que ahora caminaba tranquilamente.

Parecía como si todo lo que dijera llegara a oídos sordos. Lalisa no discutía, gritaba o siquiera daba signos de haberla escuchado. Ni siquiera lucía triste. Simplemente estaba.

Estaba en su habitación, estaba en la escuela, estaba sentada en la sala. Haciendo lo que solía hacer siempre, con la sutil diferencia de que toda su vida giraba en torno a un solo momento del día.

La noche.

Cuando por fin se alejaba de todos aquellos hipócritas y se encerraba en su habitación, esperando a la visita de su novia.

Roseanne no le había fallado ni una vez.

Lisa nunca se la había cruzado de día, en ningún lado, pero sin importar que día fuese, a las nueve y cuarto de la noche Roseanne siempre susurraba su nombre desde el patio, y Lisa siempre bajaba a verla, ahora con más precaución, y con Roseanne debajo, esperando a atraparla por si caía.

Pero Lisa ya no soportaba más todo aquello.

No soportaba fingir, ni mentir, no soportaba estar lejos de Roseanne ni los reproches de todo el mundo.

Necesitaba rebelarse, hacer que todo el mundo viera quién era ella en realidad.

"¡Lisa! ¡Lisa, espérame!" Con un bufido, Lalisa no se giró, pero sí caminó algo más despacio.

"¿Qué? ¿Ahora tu madre si te da permiso de hablarme?" Comentó sarcástica.

Eun-woo, el perfecto Eun-woo, la miró con el ceño fruncido.

"¿Por qué dices eso?" Oh, quizás Lisa no estaba tan lejos de la verdad...

"Me has estado ignorando todas estas cuatro semanas, Eun-woo. ¿Qué quieres?"

Eun-woo pareció culpable, y Lisa rodó los ojos.

"Siento el haberte ignorado, es que... Todos decían que tú ahora eras una de las..."

"¿Una de las...?" Lisa lo miró con una ceja alzada y los brazos cruzados, mientras esperaba una respuesta por parte del rubio parada frente a su casa.

Eun-woo se pasó una mano por el cabello, nervioso.

"Una de las...Putas de Park." Logró escupir finalmente, y Lisa no dejó de mirarlo escéptica. "¡Debes entenderme, Lisa! Decían todas esas cosas y yo... No lo sé, les creí."

"Genial." Masculló la castaña, girándose para abrir la puerta de su casa, pero Eun-woo la retuvo por el brazo, haciéndola girar de sopetón.

"Pero sé que es mentira, Lisa. Ahora lo entiendo. Seguramente alguna tonta inventó ese rumor para hacerte daño, pero sé que tú nunca podrías ser eso, tú...Eres perfecta, Lisa." La castaña soltó una carcajada. "¿Estoy en lo correcto, verdad? ¿Es mentira que eres una de las... putas de Park?"

𝗧𝗮𝘁𝘁𝗼𝗼 𝗼𝘂𝗿 𝗹𝗼𝘃𝗲 |ꁞ| ChaelisaWhere stories live. Discover now