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Perdonar a Dios.

¿Cómo que perdonar a Dios?

¿Era eso posible sin admitir que Dios no existía. O admitirlo sin tener que quedar como un idiota? De todas maneras, ¿Qué tenia que ver Dios?. ¿Y porque Ana insistía tanto en el?.

Padre de amor, había dicho Ana en una ocasión.

Que Ben supiera el tenia solo un padre y al cual nadie le pregunto si él quería. Porque justamente, era al azar. El mundo se había creado por una simple coincidencia al azar. Lo decía la ciencia, al menos.

 Entonces, ¿Por qué su corazón dolía cuando pronunciaba las palabras ¨Dios no existe¨?

Seria que una parte de él se negaba a la lógica, debido a las creencia con las que lo crio su madre de niño. Porque si fuera realmente una presencia imaginaria, cuantas personas estarían locas solo en su país. No debería de odiarlo por traerlos al mundo solo para sufrir, muerte, hambrunas y enfermedades. Este debía ser un ser malvado y repudiado. ¿Qué hacia mientras personas inocentes morían? ¿y si estaba todo planeado, donde estaba el libre albedrio?

No lograba descifrar ninguna de esta preguntas.

Fue entonces que del otra lado de su habitación se escucho un sonido chocante y aterrador de muchas cosas cayendo al piso, y luego algo grande y duro también chocando contra el suelo.

Sin llamar corrió a la otra habitación enfrentada a la suya. La de Lizzy y su padre.

Al hombre solo se le habían caído varias cajas del armario. Lizzy no estaba por ningún lado, lo que significaba que nadie estaba en peligro. El alma de Ben volvió a su cuerpo.

- Lo siento - se disculpo su padre intentando levantar la gran caja que había hecho tan espantoso ruido -puedes volver a tu habitación si quieres -

- Déjame ayudarte - se ofreció Ben viendo que aunque lo intentara la caja no se movía de donde estaba.

- No hace falta puedes irte - negó su padre con rapidez.

- Viejo, Sali de ahí- pidió Ben haciéndose cargo de la situación trabajosa.

Como pudo arrastro la caja, y al ultimo momento la coloco sobre la cuna en desuso de su hermana. El señor Lucio se acerco para abrirla, de entre las solapas de cartón se asomo el rostro sonriente de una mujer joven, con el vientre abultado y el pelo cayendo a los lados de la cara. Su madre.

Ben cerro la caja al instante.

Nadie dijo nada por minutos, el y su padre se sumergieron en un silencio intranquilo. El ceño fruncido de Ben se intensifico, miles de palabras estaban atoradas en su garganta, tantas que ya estaba dificultándole el respirar.

Se miraron a los ojos en medio de ese momento silencioso. Ambos aun cargaban con el dolor y la culpa. Pero los ojos de su padre se veían el doble de cansados que antes, aun así, con un suspiro le regalo una sutil sonrisa y se aproximó a volver a abrir la caja. Sus manos forcejaron solo unos segundos hasta que Ben por fin le permitió sacar la foto de su esposa de la caja.

De manera suave y gentil recorrió su rostro sonriente con los dedos. La imagen se sentía fría y el recuerdo tan distante. Sin embargo, en su pecho aun ardía los sentimientos por ella que años atrás avivaban su pasión.

- Ben - llamo cortando el silencio entre los dos - alguna vez te conté como nos conocimos tu Madre y yo - pregunto sin dejar de ver el rostro de su esposa

- No - una rápida y seca respuesta se escapó de sus labios de una manera forzosa ya que sentía que la garganta se le incendiaba.

- Quieres que te cuente como me enamore de ella - pregunto aun sin mirarlo, solo imagino que Ben correspondía asintiendo con su cabeza - ella trabajaba en la panadería en la esquina contraria a la calle de mi escuela, solo la veía cuando salía y desde la ventana de mi salón solo se podía ver el toldo del local. Si yo quería verla tenía que pasar a comprar algo, pero era un chico muy cobarde en esa época y su sonrisa me paralizaba. Pero entonces un día me estaba yendo derrotado otra vez cuando sin querer nuestras manos se rozaron y supe que ella había sentido la misma electricidad que yo, cuando alce la mirada y la vi a los ojos... - por un segundo detuvo sus palabras y miro al vacío por un insignificante instante de una manera muy significativa, como si hoy después de todos esos años trascurridos aun pudiera verla - todo eso que sentí en el pecho fue indescriptible, ella estaba muy colorada y sus ojos brillaban. Solo me acerque impulsivamente y de la nada la bese. - Ben aun enmudecido abrió más los ojos por la secuencia del relato y su padre que sabía lo que estaba pasando por su cabeza soltó una suave risilla - se lo que estás pensando, sin ni siquiera hablar, no sabíamos nada del otro yo era un extraño para ella. Un cliente más del montón y estaba precisamente atacándola, pero ella era tan dulce, tan perfecta. Cabía tan bien en mis brazos que nada se sintió incorrecto - corto el relato dejando en Ben la gran intriga de lo que después sucedió

Siguiendo Tu Bella SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora