46. El diario de Alex Harper

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Neil tenía razón al decir que lo mejor para Jimi era volver a su casa porque ahí parecía estar recuperando la tranquilidad que con nosotros no tuvo. O quizá si Evan nunca hubiera llegado Jimi estaría mejor. Laura lo pensaba. No era culpa de Evan pero tenía que admitir que su presencia había empeorado una situación que ya de por sí era caótica. Porque Jimi había tratado de suicidarse y esa era la realidad.

Aún me sentía abrumado por eso (y por todo), así que decidí enfocarme en bailar para no tener que pensar más en lo que me preocupaba. Llegó mi primer día en la academia y me concentré para no fallar. Sólo debía empujar mis angustias al fondo de mi mente para no pensar en eso. Neil me llevó. Fui a mi primer clase (porque habían varias) y noté que me miraban mucho mis compañeros. No quería sentirme incómodo pero era imposible con tanta gente mirándome. Decidí ignorarlos. Funcionó porque en todas mis clases mis profesores me felicitaron mucho. Eso me puso feliz hasta que descubrí que nadie me había hablado en todo el día. Pensé que hablaban entre sí porque eran amigos y ya se conocían pero al final entendí que sí me estaban ignorando. Me encontré con mi profesora en un pasillo cuando iba a una reunión con la compañía. Dijo que podíamos ir juntos así que me llevó en su auto. Comenzarían a ensayar “Giselle” que se presentaría en unos meses así que yo me sentía muy nervioso por poder participar. Le conté a ella lo que pasó en la academia.

— Sí, definitivamente te estaban ignorando— dijo.
— Lo sabía— dije decepcionado.
— Fuiste el primer lugar, no me sorprende que no te quieran. Además debes ser muy superior a cualquiera.
— A mi parecer todos bailaban muy bien.
— Si les dices eso te odiarán más. Deberías ignorarlos, eres un stagiare ahora, vienes a trabajar y no a hacer amigos. Está bien si no le agradas a nadie, mírame a mí, todos me detestan y me siento de maravilla.

No era una broma. Ya en el teatro de la ciudad descubrí que efectivamente la competencia era dura porque muy pocos parecían ser amigos. Sin embargo ya practicando encajaban perfectamente. Mi lugar ahí sería como stagiare, el rango más bajo dentro de la jerarquía de una compañía. El más alto debía ser el de mi maestra que era la prima bailarina (también conocida como Etoile) aunque probablemente el puesto de verdad más alto era el de director de la compañía. Como yo realmente no haría mucho en comparación a otros bailarines, pude apreciar cómo funcionaba todo y era fascinante. Me encantaba poder formar parte de algo así. Simplemente practicamos un poco una serie de pasos sencillos y después dijeron que podíamos irnos. Mi profesora se quedaría más tiempo así que me cambié de ropa y volví a casa. Los demás volvieron juntos pero nadie se acercó a mí. Eso me puso un poco triste. Para hacerlo peor, cuando llegué al departamento de Neil, ahí estaba Scott.

— Volví— dije.
— ¿Qué tal tu primer día?— dijo Neil que como estaba sentado en el sofá junto a Scott se levantó y se acercó a mí.
— Fue muy educativo— dije.

Él besó mi frente.

— Zac te cocinó algo, espera aquí, iré por él— dijo.

Salió del departamento. Scott había desviado su mirada en el momento en el que Neil me besó. Miraba el florero en la mesita del centro. Fui a sentarme en el sofá de enfrente a donde él estaba. Me observó. Dejé mis cosas cerca de ahí. También lo miré.

— No sabía que vendrías— le dije pretendiendo que no me sentía incómodo—, ¿Aún trabajas con Neil haciendo perfiles?
— En realidad sólo vine a visitarlo— dijo.

¿Cómo podía admitirlo así de fácil? Eso me molestó pero pretendí que no.

— Qué amable— dije—. Debes tener mucho tiempo libre.
— Últimamente sí— dijo muy tranquilo.
— Por supuesto— dije pretendiendo felicidad—, como no hay ningún criminal por ahí cuya captura sea de vital prioridad para Jimi y el país...
— ¿Estás juzgando mi trabajo?— dijo.

Encuentros de pasilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora