Setenta y ocho.

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Guardé cada carta tuya en un cajón, todas y cada una de las palabras que escribiste para mí cuando eras solo un niño. Palabras que contaban sueños, sueños de un futuro que querías compartir conmigo, uno en el que detallabas de forma infantil un final feliz solo para los dos. Aún sigues siendo ese niño, aún prevalece en tu mirada esa chispa de amor que una vez fue llama, pero hoy no queda en ti nada de aquellas palabras que narraban los sueños de un niño.

Todo lo que calla el alma (Libro 1) EDITANDO Where stories live. Discover now