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Era un día normal cuando lo volví a encontrar. Al principio no lo reconocí, habían pasado años y ya no lucía como aquel niño. Le sonreí, recordando lo que una vez vivimos, recordando que nunca lo quise suficiente y que él se desvivió por mí. Él me sonrió, tal vez recordando mi arisca y cortante forma de ser, y aportando un comentario a una conversación casual que daban lugar  las personas que nos rodeaban, dijo:

—Hay mujeres que nunca saben cuánto las quiere un hombre.

Todo lo que calla el alma (Libro 1) EDITANDO Where stories live. Discover now