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Capítulo 8


   🌕

Las cosas se sentían bien.

Repitió una vez más, suspirando al dejarse sumir de nuevo en su mente.

Jungkook se sentía relajado, pero aún dudoso respecto a su futuro. Ese poco tiempo le había hecho recordar, cual era la verdadera razón de la relación que tenía con Yugyeom.

El Alfa siempre se había preocupado por él y su bienestar, Jungkook correspondía a ello y ayudaba en lo que podía, yendo algunas veces a la empresa y a ayudarle a su marido a acomodae papeles importantes (era al único al que le permitía hacerlo) y dejar que su aroma llenara su estancia, tocando unas cuantas melodías en el piano de la sala común, donde los empleados le miraban y suspiraban por él, no importaba que fueran, Alfas y Betas se rendían ante sus pies, incluso omegas también lo hacían.

Su lobo inflaba su pecho orgulloso de que todos pudieran ver que clase de persona era su marido, fuera de la clase, y esos tontos estándares que esperaban de un omega, Jungkook era alguien servicial, amable y bondadoso, que le salía natural, y hechizaba su corazón.
Pero si le preguntaran que era lo que más adoraba de su pareja, siempre tendría una respuesta diferente a ello.

Su aroma.

Quizás sus grandes ojos brillantes.

Su contagiosa risa.

La paz que da.

La calidez de su cuerpo.

Su carisma.

El lado coqueto que solo me muestra a mí.

Decía el Alfa. Y todos sabían que era verdad, pues siempre notabas ese aire soñador y enamorado cuando se refería de su pareja.

Habían ellos pasado por muchas dificultades, claro que sí, omegas entrometidos, rumores falsos, despedidas tediosas muchas cosas más, pero ellos se mantenían juntos. Juntando sus manos en las noches y besandose suavemente confiando en que mañana serán un nuevo día porque no hay nada que los pueda separar.

Sus almas están unidas como dos imanes, que, diferentes y distantes, entre un mundo de rocas, habrán muchas personas que estén entre ellos, pero en el momento en el que se encuentren, una fuerza sobrenatural actuará sobre ellos.
Atrayéndolos para unirlos por siempre, y ellos tienen confianza de que si se llegan a separar, volverán a encontrarse y los mantendrá unidos de nuevo.

No importa cuantas veces pase, prorque ellos están bendecidos por su diosa, La Luna, misma que los observa ansiosa, esperando a que sea el momento correcto, pues los recordaba de vidas pasadas y siempre se le hacía curioso como era que se miraban ellos dos.

Con tanto amor y devoción que no evitaba iluminarse cuando ellos dos se besaban desesperados por el sentimiento que nacía cuando se veían.

Ambos, Alfa y Omega, sentían lo corazón acelerado, como el aleteo de una mariposa en pleno vuelo.

Y ella, sonreía al verlos jugar sobre la tierra húmeda, el omega brincoteando arededor de Alfa, que gimoteaba cuando era derribado.
Le sorpendía la confianza con la que acuaban, el lobo no luciendo ofendido o avergonzado de mostrar debilidad ante alguien de menor rango, todo lo contrario, parecía orgulloso de la fuerza de su omega y feliz de la confianza que le tenía.

Le sorpendía la confianza con la que acuaban, el lobo no luciendo ofendido o avergonzado de mostrar debilidad ante alguien de menor rango, todo lo contrario, parecía orgulloso de la fuerza de su omega y feliz de la confianza que le tenía

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