· V e i n t e ·

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NARRA OLIVIA

—Jax, acabas de pasarte la salida

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—Jax, acabas de pasarte la salida. Por aquí no se va a Toulouse.

Había comprobado la aplicación de mapa en el teléfono y luego las notas que tenía para ese día. Tenía el teléfono en la mano porque, arriesgándome a marearme, estuve un buen rato leyendo todos los comentarios de la nueva foto que había subido Jax, tratando de ocultar la sonrisa. No me había dicho nada, pero puso fin en seguida a los rumores que Chloe había infundido en internet. Seguro que lo había hecho para colgarse de la repentina fama de Jax...

Qué jeta.

Sin embargo, mientras buscaba la siguiente salida más cercana para dar la vuelta, escuché cómo el se reía.

Al girarme lo encontré sonriendo, con las manos en el volante y la vista clavada al frente.

—Es que no vamos a Toulouse.

Fruncí el ceño y casi colapsé. ¡Pero estaba en nuestros planes!

—¿Qué dices? No, así no lo habíamos marcado en el itinerario. ¡Si querías hacer una ruta alternativa tenías que avisarme! La reserva en el camping de caravanas es para hoy, y habíamos visto un restaurante que querías visitar y... ¡no nos va a dar tiempo!

—De acuerdo, a la siguiente consultaré contigo.

Volvió a reírse y yo le pegué un la libreta de notas en el brazo, pero eso solo hizo que sus carcajadas aumentasen. Él sabía de sobra que había invertido mucho tiempo y energías en organizarlo todo, lo que me encantaba... pero cambiar los planes, por otro lado, me estresaba un poco.

—¿Y dónde estamos yendo?

—Si te lo digo fastidiaré la sorpresa.

Un coche nos adelantó y el conductor giró hacia nosotros. Bastantes veces lo hacían, no sabía si porque íbamos muy despacio o porque les sorprendía ver una caravana.

—Lamento decirte que no me gustan las sorpresas. Los imprevistos me ponen nerviosa y lo sabes.

—Debes aprender a dejarte llevar, piojosa —se burló.

—¡Jax! Es en serio.

Sin perder la sonrisa, bajó del todo la música, donde mi Taylor llevaba sonando desde el mismo segundo que nos metimos a la carretera ese día, y dijo:

—De acuerdo... A ver, mira el letrero que pone ahí.

Entrecerré los ojos y me centré en el cartelito al que estábamos aproximándonos.

—Lyon, 252 kilómetros —leí antes de pasarlo, pero mi memoria visual, que era limitada, me ayudó para volverme a él y terminar de decir lo que estaba escrito—. París a 713.

Jax juntó los labios y fingió preocupación. Después resopló y comentó:

—Uff, 713. Nos llevará todo el día llegar hasta allí, ¿no crees?

Una Perfecta Despedida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora