Extra 1: El regreso

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—¡¡Bienvenido!!

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—¡¡Bienvenido!!

Lasaña comenzó a ladrar ante nuestros gritos, pero en cuanto tía Jenna lanzó el confeti se le pasó todo e intentó comérselo. Normalmente iría a pararlo, pero mi atención estaba puesta en alguien más.

Concretamente en Jax, parado en la puerta, mirándonos con cara de cansado pero también con una gran sonrisa. Y es que tras largos meses separados, por fin regresaba a casa. Y esta vez lo hacía de forma definitiva.

Recordé la última vez que nos vimos antes de eso, en Nueva York. Estaba mucho más delgado y demacrado. Ahora había recuperado algo de peso, aunque estos últimos meses de estrés todavía le pasaban factura.

"Hasta que no esté en casa con vosotros y el contrato roto, no me lo creeré", me había dicho en una ocasión.

Sus ojos buscaron los míos y el corazón me dio un vuelco cuando nos encontramos. Sentí mis músculos presionar para correr hacia él y envolverlo en un abrazo, pero Tony apareció por detrás y colocó una mano sobre su hombro.

—Por fin en casa, hijo.

Jax se volvió hacia él y el contacto visual se rompió por unos segundos. También me fijé en él, que había ido a recogerlo al aeropuerto de Los Angeles. Sus ojos brillaban y estaban enrojecidos, como si se hubiese pasado un largo rato llorando. Es muy probable que lo hubiese hecho, la noche anterior no había dormido nada.

Cuando bajé a desayunar a primera hora él ya estaba allí, con cuatro tazas de café en la mesa delante de él y muchísimas ollas con comida sobre la encimera. Había preparado un festín para esta noche.

Me hubiese gustado ir yo misma a recoger a Jax, pero las clases ya habían comenzado y no podía perderlas, en especial la de español, que se me daba fatal.

No es hasta que tía Jenna me dio un pequeño empujón que por fin mis piernas reaccionaron y caminé hacia Jax. Soltó la maleta en cuanto llegué a su lado y me envolvió en un gran abrazo. Tony se alejó de nosotros en el mismo momento en el que noté que mis pies se despegaban del suelo.

Cuando Jax volvió a posarme enterré la cara en su pecho. Olía a él. Olía a casa.

—Hola, piojosa —susurra contra mi cabello.

Estamos así unos segundos más, hasta que mi tía se acercó y lo solté para que pudiera saludarla.

—¡De acuerdo! —Exclamó Tony—. ¿Qué te parece si dejas las cosas en tu habitación?

Jax me lanzó una mirada rápida y me encogí de hombros. Nuevamente su padre había preparado la que era la habitación de invitados para él. Lo de dormir juntos estaba totalmente prohibido, y eso que soy consciente de que tía Jenna había intervenido en nuestro favor.

Mientras Tony guiaba a Jax hacia el cuarto, mi tía se aclaró la garganta y comentó:

—Oli, ¿le ayudas a instalarse?

Una Perfecta Despedida ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora