CORNELIA STREET

302 32 11
                                    

LOUIS

Habían pasado varias semanas desde aquel día en el que Harry me besó en su cocina, concretamente seis.

Desde entonces, mis días se resumían en citas, citas y más citas en casa de Harry o en la mía.

Y la verdad es que todo iba tan... Tan perfectamente bien.

Se sentía como cuando estás teniendo uno de los mejores sueños de tu vida y simplemente no quieres despertar, porque sabes que estás teniendo una de las mejores sensaciones de tu vida.

Así me había sentido yo, tenía miedo.

Miedo de que todo esto fuera un sueño, miedo de despertar algún día y darme cuenta de que todo había sido un maravilloso producto de mi imaginación.

Pero ese sentimiento desaparecía en cuanto, por ejemplo, Harry y yo nos quedábamos profundamente dormidos en el sofá, y horas más tarde, él me despertaba con tiernos besitos los cuales se repartían por toda mi cara, pasando por los parpados, la nariz, mis mejillas, y acababan con un bonito beso en los labios el cual guardaba en mi memoria, dejándolo impreso así para siempre.

Porque yo lo sabía.

Harry sería un recuerdo imposible de olvidar.

Habían pasado unas pocas semanas, pero ya sabía que se estaba haciendo importante en mi vida. Demasiado.

Niall, quién había estado como loco dando los últimos retoques para poder empezar a grabar en cuanto antes, nos había dado estas semanas para descansar un poco antes del gran ajetreo que se nos vendría encima.

A lo cual yo le estaba muy agradecido, pues gracias a ello había podido pasar más tiempo con Harry, y había aprendido bastantes cosas sobre él y su pasado.

Cosas como cuál era su comida favorita, que tenía una hermana llamada Gemma, lo que más detesta, sus miedos... Entre otras cosas.

Y yo estaba encantado de que me confiara todo eso.

Ayer fue el último día de nuestras mini vacaciones y nos quedamos hasta tarde escuchando música y bailando en su departamento, específicamente en la cocina, con la luz del refrigerador como única luz existente ahí.

Harry hacía que hasta el más pequeño detalle fuera romántico.

Y yo adoraba esos pequeños momentos.

A las 23.00 de la noche tuve que abandonar (con mucho pesar por parte de los dos) aquel bonito apartamento situado en Cornelia Street.

Decidí que quería llegar hasta mi casa andando, y así lo hice, sumergiéndome en aquellas apacibles calles, a esas horas se encontraba en silencio, lo cual me transmitía una paz imposible de expresar con palabras, pero al mirar a todos lados, dándome cuenta de que ya estaba familiarizado con aquel lugar, me hacía sentir la irremediable sensación de que estaba en mi lugar seguro, se había convertido en mi hogar.

Y es que yo lo sabía, ese era mi hogar porque Harry estaba en él.

Espero, nunca perderlo, espero que nunca termine, ya que nunca podría volver a caminar por Cornelia Street otra vez.

Él es el tipo de corazón roto que el tiempo nunca podría reparar.

Así de importante se había convertido para mí, a esos extremos había llegado en tan poco tiempo.

Sin darme cuenta, mientras estaba sumido en mis profundos pensamientos, llegué a mí apartamento.

Entré, sumido en un silencio inevitable que las paredes propinaban cuando no estaba Harry.

A STAR IS BORNWhere stories live. Discover now