Capítulo 10: Deseando la suerte de otro desafortunado.

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—¡ Quítate!— exclamó Xiao Zhan logrando zafarse del agarre del contrario y empujándolo un par de centímetros con las pocas fuerzas que le quedaban.

Luego corrió con prisa hacia los hombres que sometían a sus amigos, pidiendo que los dejaran ir. En ese momento, el único miedo para Xiao Zhan era que sus amigos se fueran a enterar de su compromiso.

La familia Wang era una imagen casi pública, pero no eran muy fanáticos de aparecer en los medios, y menos cuando un miembro aún no era oficialmente de la familia como Xiao Zhan, a él sólo la alta sociedad lo había visto en algunas ocasiones, pero las personas como sus amigos no lo sabían y él quería mantenerlo así por lo menos hasta el día de su boda.

Sus amigos fueron liberados y estaban algo confundidos, intercalando la mirada entre Xioa Zhan y Wang Yibo.

Y ahora que Xiao Zhan estaba a salvo Wang Yibo regresó a su habitual indiferencia y lo tomó del brazo apresurandose a llevarlo al coche, abrió la puerta de copiloto y estaba por empujarlo al interior cuando Johnny fue corriendo a interponerse, pero fue nuevamente retenido por uno de los hombres de Liu Tingyu.

—¡ Pequeño jefe!— gritó Henry alarmado por la forma brusca en que el hombre sujetaba al doncel y el cómo el guardaespaldas sometía a su amigo.

— ¡ Oye!¡ Suelta a Zhan, Zhan!— exclamó Johnny tratando de soltarse del agarre del hombre.

Xiao Zhan ya no quería más problemas, ya había tenido suficiente por una noche. Miró a sus amigos mientras estos estaban por enfrentarse a los hombres de Liu Tingyu sólo para que se quedara con ellos, pero ese ya no era su mundo.

Estaba muy cansado y el brillo en su mirada se había perdido por completo, se limitó a agitar la mano tratando de persuadir con algunas palabras:

— Está bien, lo conozco. Luego les explico, no se preocupen.

Sin más, Xiao Zhan subió al coche y Wang Yibo lo acompañó mirando por encima a los amigos del doncel, su mirada era tan fría y severa que cada uno de ellos se estremeció, temiendo mucho más por su amigo.

El coche arrancó y sólo quedaron ellos, los hombres de Liu Tingyu y la banda de delincuentes que habían sido olvidados hace tiempo. Ya cada quién se encargaría de sus asuntos.

Por otro lado, el restaurante ya había cerrado y la persona esperada nunca llegó.

Meng Ziyi caminó de regreso a su casa. Cuando salió por la tarde había olvidado llevarse un abrigo y como consecuencia tenía mucho frío, pero eso no era lo importante.

No era importante el frío, no era importante haber sido plantada en un restaurante de cinco estrellas, no era importante la lástima que varias personas le dedicaron, nada era importante. Al final, ella estaba acostumbrada a ser dejada de lado.

Cuando llegó a su casa la luz de su habitación estaba encendida así que se alarmó apresurandose a entrar.

Dentro de la habitación estaba un hombre corpulento y vestido con una polera blanca y un corto deportivo dejando al descubierto sus gordas y peludas piernas.

El hombre revisaba el buró junto a su cama, esparciendo los objetos del interior sin cuidado alguno, tal y como lo había hecho con el resto de la habitación dejando todo como si un huracán hubiese pasado por ahí.

Al escucharla entrar el hombre se detuvo y volteó hacia ella escondiendo ambas manos tras su espalda. Meng Ziyi ya sospechaba lo que aquel desagradable hombre estaba haciendo y lo que trataba de esconder a sus espaldas, pero igualmente preguntó:

—¿ Qué tienes ahí?

El hombre sonrió sosteniendo un cigarrillo sin encender entre sus dientes.

— Nada.

El Prometido De La Familia Wang. // YizhanWhere stories live. Discover now