EPÍLOGO 1: TRILLIZOS

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Una estrella en el cielo
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Silene agarró la mano de Sidney mientras la peque de siete años la observaba cansada. La brasileña trató de aguantar las lágrimas mientras que la miraba.

Todavía se acordaba de aquel día, siete meses atrás cuando le comunicaron que la mayor de los trillizos tenía leucemia.

Siete meses muy duros en el hospital, siete meses en los que fue un alma en pena, Pablo jugando pero pensando constantemente en su hija. Y rezando para que su hija se curara pronto. Todo iba viento en popa, fueron mentalmente fuertes y estuvieron al lado de su hija siempre. Allí estaban Pablo y Silene para apoyarla en todo y que ella no se sintiese sola en la lucha tan dura que tenía por delante.

Pero sus ilusiones se apagaron el día en el que le comunicaron que a su hija le quedaban tres meses de vida. Se miraron a los ojos y las lágrimas recorrieron sus caras mientras se abrazaron desolados. No se hacían a la idea de perder a una hija y menos con siete años de edad que tenía la peque.

Desde aquel siete de abril se estuvieron mentalizando para que el día que su hija se marcharse, el dolor fuera menor. Aunque para ellos el dolor permanecía presente cada segundo de su vida mientras veían a su hija sufrir.

-Silene-la voz de la enfermera hizo que Silene levantara la vista-¿puedes salir un momento?

La brasileña asintió, se levantó del sillón, besó la frente de su hija y salió de la habitación. Allí la esperaba el oncólogo.

-No creemos que pase de esta noche-dijo Martín y Silene asintió mientras su mundo se derrumbaba por completo-. Lo mejor va a ser sedarla.

Se tuvo que sentar en una silla debido a que no podía sostenerse en pie. Pablo apareció y al ver a su mujer en ese estado supuso que lo peor había llegado. Se acercó apresuradamente hasta ellos y Martín le comunicó la triste noticia.

El futbolista se arrodilló delante de la brasileña y esta se abrazó a él.

-Tenemos que ser fuertes por ella. Ella no nos puede ver débiles Silene-Pablo aguantó la compostura, pero por dentro tenía el alma destrozada.

-Está bien-Silene se retiró las lágrimas de la cara y besó los labios de Pablo-. Vamos dentro.

Pablo y Silene pasaron dentro de la habitación de su hija y la miraron intentando mentalizarse que lo más probable es que ya no volvieran a mirar esos ojos marrones nunca más.

-Mama, papa, ¿me voy a morir hoy?-preguntó Sidney con un hilo de voz.

La brasileña se giró porque no aguantaba más la situación y Pablo se acercó a su hija.

-Sidney corazón no tienes que tener miedo-susurró Pablo mordiéndose los labios para no llorar.

-Yo no tengo miedo papá. Si me tengo morir pues ha llegado mi momento. Yo tengo miedo a que vosotros no sepáis vivir sin mí.

Silene al esuchar las palabras de su hija se rompió por completo.

-Yo quiero que viváis felices y que cuando os acordáis de mí no os pongáis a llorar, solo quiero que sonriais recordando todos los momentos buenos que hemos vivido juntos.

-Eso haremos mi amor-Gavi besó la frente de su hija.

-Mamá, tranquila que yo me voy a ir físicamente pero mi alma siempre estará contigo. No te voy a dejar sola. Yo ya he aceptado que me voy, ahora os toca a vosotros aceptarlo-susurró Sidney.

8534 𝒌𝒎 ▪︎ 𝑷𝑨𝑩𝑳𝑶 𝑮𝑨𝑽𝑰Where stories live. Discover now