Capítulo 5

17 10 7
                                    

Lando 👔

No estoy seguro de lo que estoy haciendo. Si Helen se enterara de que ando conociendo a alguien, seguro que hundiría el negocio familiar. Tiene poder para eso y más.

Ignorando la parte racional de mi ser, esa que siempre hay que escuchar, cometo la segunda gran estupidez del día: escribirle a Dana.

La primera estupidez, por supuesto, fue dejarme llevar con ella. Sé que no es excusa, pero, literalmente, me pilló en horas bajas. Y es que después de tanto tiempo, Yen había decidido pasarse por el restaurante para saludarme. ¿Por qué? ¿Por qué justo cuando la estabilidad de mi familia depende de mis actos decide venir a remover el momento más doloroso de mi vida?

Lo bueno de enamorarse hasta las trancas y que te rompan el corazón es que nadie puede volver a rompértelo. Pueden pisotear alguno de sus pedazos, pero eso no llega a ser ni una cuarta parte del dolor infligido cuando está sin un solo rasguño, pletórico. No es lo mismo que te arranquen las alas de cuajo que coger una pluma de todas las que la componen.

Creo que he sido un poco cruel con ella, pero decirle que no quería verla era preferible a acabar gritándonos tras intentar mantener una conversación civilizada. Decirme que me echaba de menos después de años separados ha estado fuera de lugar.

La respuesta de Dana no tarda en llegar, citándome en una calle conocida para mí. Al hacerlo, ha debido guardar mi número, porque puedo visualizar su foto de perfil. Se trata de un primer plano de sus ojos, esos que esconden todo un universo en ellos. Un universo que no debo explorar, pero la tentación es mayor que la razón.

Siento que me ahogo en la mentira de mi relación. No pensé que resultaría complicado, pero tampoco creí que conocería a alguien que me incitara a ir más allá de un revolcón. Dana me transmite esa parte de locura, de vivir el momento sin pensar en nada más que lo que quiero. Aparece en el momento que más la necesito, pero en el que más debo controlarme.

Maldita sea.

Cuando llego al punto de encuentro, visualizo a Dana al final de la calle, caminando hacia mí. Se encuentra ataviada en unos leggins marrones y un top deportivo a juego. Parece venir del gimnasio, aunque luce como una diosa recién bajada del cielo. Su melena, aunque no está completamente mojada, permite vislumbrar una pequeña capa de humedad por algunos mechones de su pelo, lo cual me confirma que, efectivamente, viene del gimnasio, ya duchada y preparada para hacer vida fuera de él. Sólo por hoy, vida conmigo.

Me pregunto por qué ha decidido un conjunto de deporte limpio para salir a la calle, pero no me da tiempo a elaborar una hipótesis al respecto cuando se sitúa frente a mí.

―Hola, guapo ―se cuelga de mi cuello y me abraza como si fuéramos amigos de toda la vida.

―Hola, Dana. ¿Desde cuándo la confianza? ―pregunto confundido.

―Desde que te corriste en mi boca ―dice sin un mísero atisbo de vergüenza.

―Baja la voz, por favor ―le pido alarmado. Nunca se sabe dónde puede tener Helen a personas conocidas.

―Tranquilo, Lando, somos adultos. No es pecado mantener relaciones sexuales.

―No nos hemos acostado, Dana ―la corrijo.

―Error ―replica cruzándose de brazos, pero con una sonrisa de suficiencia adornando su rostro―. Una mamada también es una forma de sexo. Oral, concretamente ―Dana se pone a andar pasando a mi lado, esperando a que la siga, cosa que hago.

No soporto a las sabelotodo como ella.

―¿Dónde vamos exactamente? ―pregunto siguiendo su paso.

―Te voy a llevar a un lugar especial.

Un Peligroso Azar (+18)Where stories live. Discover now