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Qué bello día. El cielo estaba despejado y hasta incluso la temperatura tuvo la opción de ser benevolente y no ser lo suficientemente caluroso e incómodo.

No obstante, Basil no estaba de humor para apreciarlo; ni siquiera tenía ganas de salir a regar sus plantas, y eso decía mucho de cómo se sentía.

Salió del baño después de haber sufrido su cuarto ataque de la semana. Apreciaba bastante que últimamente su hermano había estado saliendo con regularidad por estas horas, dejándolo solo hasta que la hora de cenar llegara.

Basil sentía que cada vez estaba llegando al límite con sus emociones; aunque siempre sentía que estaba llegando al límite.

«Todavía tengo que calmarme. Necesito alcohol», pensó, entrando a la habitación que solía ser de su abuela para tomar el botiquín y preparar un algodón con alcohol.

Finalmente, pudo calmarse después de haber olido el alcohol por un sólido minuto, pero aun así no se sentía mejor. De hecho, todavía se sentía fatal, muy apenas teniendo la voluntad de haberse tranquilizado.

A veces, odiaba cómo era él de nervioso.

¿Por qué siempre tenía que sentir ansiedad cada segundo de su vida? Cualquier pequeño desliz en la vida, y en automático comenzaba a temblar del nervio.

Sin embargo, esta situación la sentía bastante diferente que las otras. En esta ocasión, no estaba hablando de una simple metida de pata o un pequeño cambio en su vida.

Omega, estaba presentando como un Omega, justo como Narkissa siempre quiso, obligándolo en hacer actividades que a él nunca le gustaron.

Creía que estaba exagerando mucho. Sabía a la perfección que no era el fin del mundo solo porque estaba presentando, pues, era algo natural.

No obstante, lo que le afectaba era que no se sentía cómodo. Él no era un Omega, no se identificaba como un Omega.

Todo se sentía tan mal...

Necesitaba hablar con alguien. Cada vez le dolía más el pecho y el estómago debido a la ansiedad que sentía, resguardando de manera recelosa sus pensamientos al respecto.

Basil ya no aguantaba hasta este punto. Quería hablar con alguien sobre su pequeño problema.

Lo malo era que no sabía con quién hablar. Rowan no era una opción porque ese tonto no sabía usar bien las palabras. Además, tampoco había necesidad en decirle, el Alfa estuvo ahí cuando se dio cuenta que surgió el problema; en realidad, estaba creando excusas para no mostrar más debilidad ante su hermano mayor.

Mientras tanto, tampoco podía decirle a Aubrey. Ella estaba muy ocupada ganando su propio dinero para poder sobrevivir como para escuchar sus problemas. No quería molestarla.

Su padre... Él estaba más ocupado volviendo a dirigir la compañía de manera temporal hasta que Rowan terminara sus "cortas" vacaciones. Tampoco tenía tiempo para escuchar los problemas de su hijo menor.

Se sentó sobre el sofá, suspirando con pesar.

Este tipo de situaciones le hacía reflexionar que debía de salir más seguido. En todos sus diecisiete años de vida, solo había conseguido una amiga, y eso solo ocurrió porque Aubrey fue quien se acercó primero.

Claro, también estaba Kim. Pero, todavía no le tenía la suficiente confianza como para hablarle de sus problemas. Además, solo venía por petición de Aubrey. No estaba muy seguro si le agradaba a Kim o no.

¿Quién? ¿Quién estaba dispuesto en soportarlo por un rato?

Como si el universo le hubiese respondido, unos suaves ojos claros junto con una amable sonrisa cruzaron por su mente.

☀️𝑰𝒕 𝒂𝒍𝒍 𝒔𝒕𝒂𝒓𝒆𝒅 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆𝒘𝒐🌻 || 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 Where stories live. Discover now