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—Sé sincera, Aubrey. ¿Lo eché a perder?

—Sí, y en grande.

Basil suspiró. No entendía porqué siempre le preguntaba a su mejor amiga sobre su opinión si sabía a la perfección que ella diría la verdad sin tener mucho tacto; una ingenua parte suya creía que algún día le respondería con una respuesta que él quería escuchar.

Se sentía desesperado y como todo un idiota. Ya había pasado como menos de dos semanas desde que envió esa nota y no había rastro de que Sunny le contestaría de vuelta. ¿Lo habría espantado? Probablemente. Le preguntó que si se podrían encontrar en persona.

Al principio había creído que fue un gran plan. Su mente tan estúpida creyó que Sunny aceptaría y así podría arrebatárselo a ese Omega. Pero después de que sus cinco sentidos volvieron por el efecto de los celos, se dio cuenta que fue un movimiento muy estúpido.

¡¿Por qué escribió eso?! Llevaban poco de haberse conocido. Seguramente Sunny había creído que era algún señor raro, o de plano, una mala persona quien le quería hacer daño y por eso ya no le siguió contestando. De hecho, era muy probable que Sunny lo quería lejos de su vida por completo porque ni hasta Parsley se había presentado ya en el mismo lapso de tiempo.

Y todo porque se sintió amenazado por el aroma de un Omega a quien ni siquiera conocía; al igual que su destinado.

¡Argh! ¿Por qué Basil siempre tenía que ser tan impulsivo? Desde que comenzó la pubertad, su vida estaba llena de malas decisiones. Estaba muy seguro de que si en un caso muy extremo, era testigo de un asesinato accidental, en lugar de ser una persona razonable y coherente, terminaría de ocultar el asesinato, haciéndolo ver como un suicidio...

«Mejor no pienso en eso», intentó desviar el tema. Por alguna razón, ese pensamiento le dio un horrible escalofrío.

—¿Pero qué fue lo que te hizo actuar de esa manera tan estúpida? —preguntó Aubrey.

Basil no dijo nada, solo le entregó a su amiga la nota que ese Omega escribió en lugar de su destinado. La razón por la cual había guardado el papel era porque quería investigarlo más a fondo para saber qué clase de rival se estaba enfrentando; no estaba loco, ¿de acuerdo? Solo... No, en esta ocasión no tenía excusa para justificar su comportamiento tan intenso.

—Oh, Kel —soltó su amiga. Se veía un poco irritada, pero tampoco era algo tan serio; a Aubrey le irritaban muchas cosas.

—¿Lo conoces? —preguntó sorprendido.

—Pues si resulta ser el mismo Kel que va a mi escuela, entonces sí —respondió con la misma irritación—. ¿Recuerdas que te conté del chico molesto en educación física?

Sí, recordaba que cuando comenzaron a cursar la preparatoria, Aubrey le comentó sobre un chico quien era el único en su clase en seguirle el ritmo en los ejercicios de educación física. Le había explicado que en casi todo, absolutamente en casi todo, terminaban empatados; eso era tan imposible que le daba mucho miedo.

Enemigos no era el término correcto para describir la relación de esos dos, más bien lo etiquetaría como una rivalidad muy infantil. Aubrey no era de esas personas que le gustaba alardear sobre sus habilidades, pero era bastante competitiva y muy orgullosa. No se quedaba atrás cuando alguien igualaba sus destrezas.

En conclusión, se podría decir que eran como dos molestos hermanos que por fuera parecía que se odiaban, pero muy en el fondo se querían mucho; y lo sabía porque Basil conocía muy bien a su mejor amiga; Aubrey había comentado vagamente que solía ir a salidas con ese chico fuera de la escuela y con eso bastaba para Basil en saber la naturaleza de su relación.

☀️𝑰𝒕 𝒂𝒍𝒍 𝒔𝒕𝒂𝒓𝒆𝒅 𝒘𝒊𝒕𝒉 𝑴𝒆𝒘𝒐🌻 || 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚𝐯𝐞𝐫𝐬𝐞 Where stories live. Discover now