𝐇𝐮𝐧𝐭𝐫𝐞𝐬𝐬 [𝐓𝐞𝐞𝐧 𝐖𝐨𝐥𝐟]

𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟓

Estaba empapada de pies a cabeza, tenía hambre, me dolían las piernas y aún seguía en shock por haber presenciado que Scott, el novio de Allison y a quien considero un amigo se le deformara el rostro y se convirtió en una clase de perro, oh y hay que agregar que uno de los villanos de Spiderman se salió de su comic y casi me hace su bocadillo nocturno, por no decir que casi muero ahogada igualmente.

Stiles y Scott me pidieron mantener la calma y esperar a que ellos me explicaran qué era lo había sucedido ahí adentro. Así que ahora mismo estoy recargada en el auto de Scott observando a este y a Stiles ver el computador completamente perdidos preguntándose qué diablos era la lagartija asesina mutante. Saber que tampoco saben que carajo es esa cosa me hace sentir un poco mejor.

—Se llama Kanima—la voz de Derek me saca de mis muy revueltos pensamientos y los tres giramos a verle llegar junto a Erica, quien también está metida en este lío rarito y al parecer es uno de ellos.

—Lo supiste todo este tiempo/Le seguiré diciendo doctor Connors—hablo Stiles al mismo tiempo que yo.

Había murmurado para mí misma, pero parece que Derek y Scott me escuchan porque me miran de reojo.

—No. Lo supe cuando se confundió con su propio reflejo—explicó el mayor.

—Bueno, si yo fuera él también me habría confundido si me viera en el espejo—apunte hablando esta vez en voz alta, todos volvieron a verme y decidí cerrar la boca.

—No sabe lo que es—dijo Scott ignorando mis tontearías.

—Ni quien—puntualizó Derek.

—¿Qué más sabes? —preguntó Stiles.

—Historias, rumores—negó.

—¿Es como nosotros? —la curiosidad era latente en la voz de Scott y yo seguía sin entender a qué se refería con "nosotros", cuando yo no sabía que carajo era.

—Si, cambia de forma, pero, no está bien—intentó explicar Derek—Es una...

—Abominación—terminó Stiles.

Hubo un momento de miradas entre los tres y yo solo seguía de espectadora, Derek y Erica se giraron dispuestos a irse, pero el morocho los detuvo.

—Derek—lo llamo—Debemos trabajar juntos. Debemos decirle a los Argent.

—¿Qué tienen que ver los Argent en esto? —pregunté poniéndome de pie de un salto.

—¿Confías en ellos? —cuestionó el ojiverde incrédulo y con cierto tono molesto dándome una mirada de reojo.

—Nadie confía en nadie—respondió de la misma forma elevando la voz—Ese es el problema. Mientras nosotros discutimos sobre bandos ¡Hay algo mucho peor ahí afuera, más rápido y mucho más fuerte que nosotros matando personas! ¡Y aún no sabemos nada sobre el!