𝐭𝐫𝐞𝐢𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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El muro María.

-Se que esto es un poco precipitado, pero, ¿qué vas hacer luego de recuperar el muro María? Pienso que deberíamos hacer un plan defensivo.-me dirigía a ese hombre sentado en su escritorio, mirándome fijamente con sus azulados ojos.-¿Pero después que?-le pregunté, curioso, viendo como Erwin pensaba su respuesta.

-Eliminar las amenazas. Fuera de las murallas se encuentra alguien que desea que los titanes nos devoren a todos nosotros. Solo espero encontrar la respuesta en el fondo de ese sótano. Y como dije antes, no descansaré hasta encontrar la verdad.-me decía, tan sereno y decidido.

-Solo lo preguntó porque no sé si vivirás hasta entonces. Tu cuerpo ya no se mueve como antes.-comente, viendo cómo llevaba su mano izquierda a la ausencia de su brazo derecho.-Y eso te hace presa fácil de los titanes. Opinó que debes que Hange dirija la misión, o incluso, Adeline. No quiero cargar con peso muerto. Espera aquí, y en dos días te traeremos buenas noticias. Y así, puedes decirles que yo te obligué a quedarte. Hay una boda que debes preparar, ¿qué te parece?-le pregunté, esperando convencerle, procuraba su seguridad, necesitaba a Erwin vivo.

-No lo permitiré.-denegó, mirándome.-Pueden usarme como carnada. No cambiare de dirección ahora. Si no puedo lo hará Hange, si no puedo lo hará Adeline y si no, el siguiente. Es cierto que esta operación es muy complicada, pero será la más importante para toda la humanidad. Por eso hice todo lo que pude, este es mi plan, sin mi la probabilidad de éxito descenderá.-continuó diciendo, sumamente incrédulo.

-Si, tal vez. Incluso puede que la operación fracase, pero si además de eso te perdemos a ti, nuestro futuro y esperanza morirían contigo. Con que des las órdenes desde aquí será suficiente, Erwin, vas a casarte. No le hagas esto a Grace.-le pedí, algo desesperante, y a la vez cortante.

-Te equivocas. La mejor opción es jugárselo todo en esta operación.-justificaba, aún mirándome tan detenido y convincente de lo que decía.

-Oye, oye, oye. ¡Dije que no!-exclame, en desacuerdo, extendiendo mi mano.-Si insistes, en convencerme para venir, voy a tener que romperte las piernas. Prometo hacerlo de una manera en la que sanen rápido, pero si estás tan empecinado en participar en esta operación, quedarás tan mal herido que hasta necesitarás ayuda para ir al baño en plena boda.-detalle, viendo como sonreía cabizbajo.

-Eso sería un problema.-musitó, sonriente.-Tienes razón, un soldado herido no debería ir a una batalla. Aún así, debí estar ahí para cuando descubramos la verdad sobre este mundo. No me lo perdería por nada, Levi.-volvía a decir, y entendí, que esto significaba mucho para él.

-¿En verdad es tan importante? ¿Más importantes que tus piernas?-le preguntaba desconcertado, viendo como asentía firme.-¿Incluso más que nuestra victoria?-volví a preguntar.

-Si.-esa fría firmeza me causaba tensión, verlo decidido, tan afirmante en levantarse de ese escritorio e ir, ya no podía hacer más.

-Te entiendo.-dije, sin ganas de continuar, llevando mi mano a la manecilla de la puerta.-Oye Erwin, voy a confiar en tu criterio.-musité.

-Levi, espera.-me pidió, antes de que pudiera salir por la puerta.-Hay algo que debes saber, nadie lo sabe, y es por eso, que debes prometerme algo, en caso de que no salga con vida de la restauración. Tú eres mi amigo, y quiero confiarte esto.-me dijo, haciéndome cerrar la puerta vagamente, para escuchar lo que Erwin tenía que pedirme.

Restregué mis ojos, sentado en el borde de mi cama. Esa vieja conversación se esclarecía en mis memorias como algún tipo de mensaje que no podía entender, solo sabía que para mi el hecho de que Erwin se avistara en esta batalla, era una suma desventaja que podría ocasionar grandes consecuencias. Yo no quería que algo le pasara, era una de las menos personas que quería enterrar. Veía desde la ventana como el atardecer empezaba a caer, ya era hora. Me levante, sujetando con delicadeza mi verdosa capa, la cual coloqué alrededor de mi cuello y ajuste sutilmente. Lleve mis manos a esas correas, colgándolas en mis caderas, con mucha fuerza las amarre, queriendo evitar que por algún brusco movimiento de mi parte se desajustaran, haciéndome sentir más peso y creando alguna desventaja que me haga ocasionar una acción de la cual me arrepentiría. Suspire. Hoy era el día que esperábamos que llegaría, el día donde recuperaríamos la verdad de la humanidad, aquella que todas esas personas con un gran bullicio desde afuera, esperaban de nosotros. Estábamos dando un paso más adelante, y en tantos años en esta legión, no creía que fuera posible, hasta hoy, que mis ojos pueden ver el resultado de todos esos corazones consagrados. Camine, camine vagamente por esas calles donde la gente idolatraba mis postura. No miraba a nadie, me mantenía con firmeza para caminar junto a esas personas que esperaban como yo, que pudiéramos ganar en esta gran apuesta.

𝐖𝐈𝐍𝐆𝐒 ──𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Where stories live. Discover now