𝐜𝐮𝐚𝐫𝐞𝐧𝐭𝐚 𝐲 𝐮𝐧𝐨

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Héroes.

Abrí mis ojos. El medio día había llegado, la claridad del día nos brindaba una soleada, que nos otorgaba una brisa calurosa. Me mantenía en el borde de aquella muralla, observando las casas obstruidas por todo el escándalo provocado. Suspiré, pero el hacerlo, me hizo sentir con más profundidad ese sentimiento de pérdida que aún estaba procesando. Baje la cabeza, inclinándome. Dejando todo el peso en mis talones, para sentir como la brisa removía mi cabello y el calor se apegaba a mi cuerpo, pero no podía quitarme la capa, no después de todo, era la única manera de seguir representando a mi legión, aunque estuviéramos llenos de baja, incluyendo la de su gran líder. Mire mis manos, las mismas que cargaron su cuerpo hasta una casa cercana donde su cuerpo pudiera descansar restante nos removíamos de nuevo al distrito de Trost, pero, aún mis manos parecían estar temblando por todo lo que había sucedido. Las mismas manos que llevaron a tomar decisiones de las que aún no estaré listo en aceptar, hasta que simplemente, pueda redimirme de ellas. No podía dejar de pensar en él. No había pasado mucho. Pero el afirmar que Erwin Smith había muerto, parecía ser una cosa irreal con la que debería lidiar los próximos días de mi vida, hagas que llegue uno en donde despierte, y entienda que se ha ido para siempre, como todos esos compañeros. Pero si muerte, le daba significado a la mía, porque yo lo recordaría en cada momento de mi vida. La ventisca se hizo más intensa, erizando mi piel. Las últimas horas, habían pasado con lentitud.

Estaba agotado. Toda la fuerza e energía que utilice para acabar con el titán bestia, había sido en vano, pero no podría olvidar cómo lucía ese tipo. Pensarlo, me estremecía por completo, debí haber dado un mejor golpe. Y ahora, parecía ser que mi único objetivo era encontrarlo, el problema era, que no sabía por dónde empezar. Levante la mirada, podía observar en el otro extremo a Grace. Ella estaba solitaria, estaba sentada, con su cabeza baja. No me culpaba, pero el que no me mirara, me perturbaba por completo. Ese sentimiento que ella debía estar sintiendo, tenía que ser más pesado, tanto, que la impedía levantarse y caminar con formalidad. Escuché una bocanada, una fuerte bocanada de aire que hizo que nosotros nos giráramos para observar de donde había provenido, pero tanto ella como yo, observamos desde nuestros puntos cómo Armin, con una piel resplandeciente y su rostro brillante entre su aura genuina, abría sus ojos azulados grandemente. Él estaba más vivo que nunca antes, lo supe porque su pecho subía y bajaba agitadamente, parecía estar perdido y confundido por lo que sucedía a su alrededor, pero no era mi deber explicar cómo habíamos llegado hasta aquí, después de todo, no había represalias entre nosotros. Solo desacuerdos.

-Leandra.-la llame en cuanto observe cómo llegó hasta mi lado ante subir al muro.-¿Qué hallaron?-pregunte curioso, viendo detenidamente el cansancio en sus ojos.

-No hay rastros de nadie.-respondió cabizbaja.-Ese titán, quería aniquilarnos. Estuve apunto de matarlo, pero, ese imbécil de allá me detuvo para tener una conversación amigable.-me contaba, frustrada y gruñendo, mientras señalaba a Armin, quien miraba todo desorientado.-Si Armin no hubiera intervenido, yo habría acabado con ese estúpido antes de que sé cómo virgueros en el titán colosal.-musitaba.

-No te culpes.-le pedí, viéndola cabizbaja y apretando sus puños con fuerza.-Nunca sabremos el resultado de una decisión.-musité, viendo como denegaba, aún con la misma actitud.

-Es que, ahora tengo que vivir recordando este momento.-decía ella, cambiando de vista.-Y ella también, siento que es la menos que merece este sufrimiento.-observó a Grace, quien a la distancia parecía secar sus lágrimas.-Parece ser que somos los únicos.-afirmó, mirando al gran desierto que había tanto en el exterior, como en el interior.

-Eso parece.-comente, observando cómo Eren se esclarecía en mi campo visual, corriendo hacia la dirección del chico que había despertado.

-¡Armin!-grito Eren, de una manera estresante para mis oídos, no podía haber un mínimo silencio.

𝐖𝐈𝐍𝐆𝐒 ──𝐋𝐞𝐯𝐢 𝐀𝐜𝐤𝐞𝐫𝐦𝐚𝐧 Where stories live. Discover now