Capítulo I

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La vida de Kara Danvers siempre había sido una muy tranquila, vivió toda su infancia y parte de su adolescencia en Midvale, National City. Nunca fue problemática, tenía muy buenas calificaciones, era amante de las matemáticas y el deporte, hubo un tiempo en que pensó hacerse deportista por sus habilidades y flexibilidad en las distintas disciplinas. No obstante, su deseo por hacer justicia fue más fuerte, curiosamente, le había sucedido lo mismo que a su hermana mayor, Alexandra Danvers, su mano derecha indiscutible.

A sus padres no les importó, siempre fueron un apoyo incondicional, nunca juzgaron, ni criticaron sus decisiones, al contrario, se dedicaban a darle algunos consejos que, la mayor parte del tiempo terminaba por seguir. Los señores Danvers eran un matrimonio de bioingenieros brillantes, les dieron una crianza muy bella, así como una educación de calidad. Y, eso jamás lo olvidaría, podría dar su vida por ellos sin pensarlo.

Tenía un consejo suyo bien atesorado; seguir su instinto en cualquiera área, así lo hizo a la hora de escoger una carrera universitaria, terminó graduándose como criminalóloga forense, misma carrera que tomó su hermana unos años antes, Maryland College Park University, ahí forjaron juntas su camino. Nunca olvidará ver las lágrimas de felicidad que derramaron al verlas sostener su título universitario, tenían una copia de los mismos guindando en la pared principal, les gustaba destacarlas ante los invitados, o vecinos. Así como tampoco olvidaría las lágrimas que derramaron cuando se fueron de la casa poniendo inicio a su vida independiente.

Con el tiempo forjó con mucho esfuerzo y sudor en la frente, su camino en el FBI, era una de las mejores, mantenía siempre casos de alta clasificación, terminó subiendo muchos escalones hasta conseguir tener un importante cargo como subjefa de su unidad. Años después se sumaria Alex a la ecuación; su pareja perfecta en los crímenes considerados casi perfectos, terminaron nombrándolas The Lethal Danvers Sisters, su forma de atrapar a los culpables era letal —en el buen sentido de la palabra— Kara no podía estar más feliz por dejar en alto el apellido Danvers siendo destacada como una de las mejores agentes federales que tenía Estados Unidos.

Con el pasar del tiempo, a sus casi veinticinco, se casó con Imra Ardeen, una veterinaria menor que ella por cinco años. Tuvieron un noviazgo de un año y luego se comprometieron hasta terminar siendo esposas, en menos de dos años tuvieron una hija en común que fue traída al mundo por Kara, Lizzie Danvers, la luz de sus ojos. Eran muy felices, hasta que su falso mejor amigo y compañero de unidad, Michael Matthews, le destruyó su matrimonio. Terminó peleando con uñas y dientes por la custodia completa de su hija, que a penas tenía seis años de edad, no la consiguió, el juez ordenó custodia compartida, pero por lo menos consiguió su divorcio de inmediato.

Campamento, National City, 2011

Corría con todas sus fuerzas tratando de no tropezar por la velocidad que implementaba, así como trataba de no tropezar con las piernas de su hermana, que la seguía a su izquierda, o con los restos humanos esparcidos en el suelo, sentía como cada vez más le faltaba el aire. Sostenía su arma tratando de adivinar cuántas balas quedaban en ella, eran muy pocas. Estaban huyendo, se estaba formando un pequeño grupo de zombis que se hacía cada vez más grande. ¿Motivo? Abrieron la puerta incorrecta en búsqueda del almacén que tenía el campamento. Escuchaba su propia respiración jadeante y temblorosa, pero eso no le impedía apretar el gatillo, eliminó al muerto viviente que tenía en frente sin dudarlo. El tiro fue limpio, cayó al suelo con un hoyo en su cabeza y los sesos estaban esparcidos en la pared más cercana a esta, se trataba de una mujer.

—Siento que mis piernas ya no quieren dar más —escuchó a su hermana quejarse sin respiración casi —. Este es el peor puto ejercicio que he hecho en mi vida.

—Entremos por esa puerta — señaló la puerta gris que estaba cerca—. Necesito que me cubras la espalda, intentaré abrirla.

—¿Qué pasa si no abre? —le preguntó dudosa mirando hacia atrás— Seremos comida para esos podridos, Kara.

National City ZWhere stories live. Discover now