Capítulo XII

1.6K 255 96
                                    

Mansión Luthor, Metrópolis, 2011

Se encontraba sumergida en sus pensamientos mientras hacía el sepelio para aquél hombre, prefirió hacérselo en una parte alejada del jardín Luthor, creyendo que así se respetaría esa propiedad, era una idea absurda, si se ponía a pensarlo mejor, ya nada de eso importaba. Su cuerpo se encontraba a frente a ella envuelto en una sábana blanca, lamentaba en su interior que Andrea no corriera con la misma suerte, los detalles nunca los contaría, aunque la viva imagen de como quedó el cuerpo regresaba de vez en cuando a su mente. Ahora era turno de James, no volvería a abrir los ojos para siempre, su cuerpo estaba intacto solo tenía el agujero de bala en su cráneo, su cuerpo ya no vagaría por el mundo sin alma. En cada palazo que daba, se preguntaba por qué las cosas tuvieron que ser así, si Alex no hubiera tenido ese arrebato tan repentino se estuviera contando una historia distinta, en serio le generaba mucha irritación. Nunca había actuado así, ni siquiera cuando el mundo fluía con total normalidad, le dolía pensar que el apocalipsis estaba separándolas, ya no se sentaban como antes a hablar de la vida, o molestarse mutuamente con pequeñas bromas, siempre fueron un excelente equipo; The Lethal Danvers Sisters, su comunicación era implacable, pero empezaba a agonizar con el paso de los días. Limpió su frente antes de que esta cayera en sus ojos, miró el enorme hoyo que hizo, luego miró el cuerpo, analizó la situación y comenzó a arrastrar el cuerpo hasta dejarlo caer con cuidado, estaba lo suficiente profundo para que no se comenzara a descomponer cerca de la superficie, empezó a echarle la tierra encima, ni siquiera quería pensar que en cuestión de días, o quizá horas, debía hacer otro para Kelly.

Con sudor y llena de tierra, se adentró a la mansión, los miró a todos, estaban dispersos en la sala de estar. Se encontraban tan despiertos como si todavía fuera de día, no decían palabra alguna sus mirabas hablaban más por sí solas, no necesitaba leer sus lenguajes corporales para saber que cada uno tenía el corazón incrustado en la garganta. Giró con lentitud su cuello para notar que a penas la mujer de color se movía, se removían más asustados donde fuera que estuviera, su ansiedad era muy alta. No vio a los niños por ningún lado; significaba que solo ellos pudieron conciliar el sueño por cansancio, fue testigo de cómo estuvieron arduas horas intentando consolar a Esme, hablaban de cualquier cosa para distraerla, sin embargo, nada de eso funcionaba. Escuchó los sollozos de Alex, esta acariciaba sin cesar la cabellera de su esposa en su regazo, tenía tanto dolor reflejado en sus ojos que Kara podía sentir el mismo dolor, o algo similar, odiaba profundamente ver sufrir a su hermana. Los jadeos dolorosos que soltaba Kelly, eran cada vez más fuertes, estaba siendo tratada —inútilmente—, por sus padres. Observó como le inyectaban un líquido, supuso que se trataba de morfina para calmarla un poco. Notó como estaba empezando a sudar en grandes cantidades, a penas tosía un poco botando partículas de sangre, en la servilleta de tela que tenía se notaba los parchones.

—Alex, necesito que me prometas algo —rompió el silencio tragando saliva con dificultad.

—Chst, no hables, cariño —le acarició el rostro entre lágrimas y Kelly agarró su mano negando con su cabeza suavemente.

—No, escúchame —se volvió a quejar cerrando los ojos—, debes prometerme que protegerás a Esme, prométeme que buscarás ser feliz —no le hizo falta mirar a nadie—, y, debes prometerme ayudarme a no convertirme, amor.

—Oh, Kelly —comenzó a llorar de nuevo abrazándola sin lastimarla—, ¿por qué tú?

—Son cosas que pasan —le sonrió con tristeza haciéndose la fuerte—, consecuencias de haber sido impulsiva —suspiró girando un poco su cuello para mirar a Kara—. ¿Kara? —la rubia se comenzó a acercar separándose de Lena.

—¿Sí, cuñada? —le contestó con cariño tomando su mano con los ojos húmedos.

—A ti te pido que no te eches la culpa, yo fui responsable por haber dejado entrar a mi hermano sin cerciorarme de que no estuviera mordido —respiró profundo se quedaba sin aire.

National City ZDonde viven las historias. Descúbrelo ahora