5. Cuando pase el temblor

154 38 48
                                    

Quince minutos para las doce. Cuarenta y cinco minutos después de que Camila se hubiera metido al baño —sí, el único baño para seis personas—, tanto su papá, como Cecilia, Ricardo y las gemelas esperaban a que saliera para poder ellos atender sus propias necesidades antes de acostarse a dormir.

—¡Ya voy! —gritó Camila desde dentro del baño cuando oyó los golpes desesperados en la puerta.

Mensaje de Camila:

Pfff no te mando audios porque mi papá está de intenso...

Le escribió a su mejor amiga, que quería saber todos los detalles de su primer día en su nuevo hogar.

Mensaje de Aleja:

Ay si, mejor que no te escuché porque se dan cuenta de que tienes celular y te roban...

Mensaje de Camila:

¿Quiénes?

Mensaje de Aleja:

Los pobres

Camila dejó salir una sonrisa y se alegró de tener una amiga con buen sentido del humor. Pero lo pensó un momento y una voz interior le aseguró que su amiga no bromeaba, que creía que realmente la podían robar dentro de su propia casa.

Mensaje de Camila:

Amiga, creo que estos pobres no roban...

Mensaje de Aleja:

Ay, aleluya. ¿Te imaginas que tu nueva familia tuviera problemas con la ley?

Camila no pudo evitar pensar en que ya tenía una familia así. O bueno, una familiar, porque no podía meter a su papá en el mismo costal. Él era un hombre bueno y honesto que siempre había estado al lado de su hija y jamás había descuidado su bienestar.

Mensaje de Aleja:

Ay, cosita, perdón... No quería... No estaba pensando en tu mamá.

Eso la hizo sentir peor.

Mensaje de Camila:

Yo tampoco estaba pensando en ella 😅 pero ntp porque ella va a aclarar todo.

Y de verdad estaba convencida de eso. Había crecido escuchando que vivía en el país de las persecuciones políticas y su mamá había dejado claras sus intenciones de llegar a la presidencia del país, lo que no le gustó a sus oponentes. ¡Debían estar felices de verla tras las rejas! Pero no sería por mucho tiempo, y todo lo que la familia vivía desde diferentes partes, a través de diferentes perspectivas pronto volvería a ser como antes. 

—¡Hace veinte minutos estás diciendo que ya vas! —le gritó su papá mientras terminaba de perder los estribos.  

—¡Acabé de entrar!

—¡No seas descarada! Todos necesitamos cepillarnos los dientes... y otras cosas. ¡Sal ya!

—¡No me demoro!

—¿No se demora? Más de cinco minutos, otra media hora... —se quejó Luna al escuchar la discusión que tenía lugar en el pasillo.

—Otro día... —le respondió Lina y ambas rieron.

Las gemelas ya tenían su pijama puesta y solo les faltaba lavarse la cara y los dientes. Como decía Sebastián, en el apartamento nadie más que Camila había podido ocuparse de sus necesidades nocturnas, por su culpa. Lina empezaba a impacientarse, ya era muy tarde y si no fuera porque al otro día no tendrían que madrugar, ella misma habría ido a sacarla del baño.

El infierno tiene un solo baño - ONCWhere stories live. Discover now