11. Recoges lo que siembras

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Después de pasar una agradable tarde con su tía paseando por los lugares más bonitos de Cali, Alicia le propuso a su sobrina relajarse en el spa del hotel donde se hospedaba, lo que a la muchacha le pareció la mejor idea en la historia de la humanidad. 

Después de los masajes, la chocolaterapia, las mascarillas, los baños de luna y todo lo demás, Camila se sentía en el cielo. 

Y pensar que era algo que antes hacía una vez a la semana, y nunca se sintió tan delicioso. Ahora entendía lo que la frase «dar por sentado» significaba. 

Debes extrañar algo para poder disfrutarlo. 

Alicia, sin embargo, no disfrutó tanto la tarde de spa. Estuvo todo el tiempo pensando en cómo hablar con su sobrina, en qué momento sería mejor hacerlo, ¿cómo iría a reaccionar la muchacha? Tal vez Sebastián había sido un poquito cruel en dejarle a ella esa responsabilidad, pero después de todo se sintió mal de que él hubiera cargado solo con tanta responsabilidad.

Sí, Camila era su hija, pero después de todo la que había cometido errores y tomado malas decisiones era su hermana, ella podía responsabilizarse también. Además valía la pena hacer cualquier cosa, por el amor que le tenía a su sobrina y su cuñado.

Alicia invitó a Camila a una cena en el restaurante del hotel, y pensó que el momento de hablar había llegado. 

—¿Cómo la pasaste hoy, mi vida?

—Uff tía, ni me preguntes que siento como si estuviera soñando.

Alicia se conmovió de la ternura.

—Bueno, amor. Quiero que hablemos de algo, y quiero que no te sientas mal o... o que sientas que esta tarde que pasamos juntas fue solo para hacerte sentir bien antes de darte una mala noticia... —Cuando lo dijo así, se dio cuenta de que eso era justo lo que había pasado—. No. La tarde que pasamos juntas fue para divertirnos y pasarla rico... así que termínate el postre tranquila y hablamos mañana.

—No, tía. ¡Ya me asustaste! Por favor dime lo que tengas que decirme.

Alicia suspiró y la comprendió totalmente.

—Sí, tienes razón. Lo siento. Bueno, voy a tratar de decirlo sin dar tantas vueltas. Tu mamá ya apareció.

A Camila se le revolvió el estómago. 

—¿Qué? ¿Dónde?

—La atraparon las autoridades. Presentaron cargos ya, creo que por enriquecimiento ilícito o algo así, no estoy segura. 

Camila estuvo buscando noticias sobre su madre en el tiempo que pasaba encerrada en el baño, pero desde que se estaba llevando bien con las gemelas y amoldándose a su nueva realidad, había dejado de buscar. Quiso concentrarse en ella, en poner en orden su vida, pero sus esfuerzos se derrumbaban nuevamente a causa de su mamá. 

—Pero... pero... ¿en dónde está entonces?

—La atraparon en un pueblito en Antioquia, donde se estaba escondiendo. No sé bien los detalles, pero el abogado contactó a tu papá el domingo, él me llamó a mí y viajé para acompañarlos y ayudarlos en este momento.

—¿Pero mi papá por qué no me dijo nada? 

—No sabía cómo hacerlo, él ha estado muy mal, amor. Además también ha estado ocupado hablando con su propio abogado. Va a divorciarse de tu mamá. 

Camila sintió un vacío en el estómago a pesar de haber comido recién. ¿Divorcio? ¿Acaso los matrimonios no eran para estar en las buenas y en las malas? La chica se quedó unos minutos en silencio. No podía llorar, o hablar, sus sentimientos y pensamientos quedaron congelados. 

El infierno tiene un solo baño - ONCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora