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Advertencia: Capítulo con contenido explícito.
Mi compañero.
Las palabras de Mark sorprendieron a Jisung, lo golpearon como un mazo cuando su espalda golpeó la pared de azulejos. No podía respirar. Sabía sobre el apareamiento. Hicieron que todos los Humans Always estudiaran sobre la cultura de los shifters, para que pudieran explotar las debilidades de sus enemigos.
Los cazadores de la organización siempre iban tras parejas de shifters apareados porque si uno moría, el otro pronto lo seguía. En privado, Jisung pensó que el vínculo de apareamiento era profundo, hermoso, más allá de las palabras. Sería más profundo que cualquier contrato de matrimonio.
Había soñado con ser el compañero de un poderoso shifter, cómo se sentiría ser amado con tanta ferocidad, cómo su amante fantasma lo protegería contra todo. Eso fue cuando Jisung había sido romántico, antes de que su padre le hubiera quitado esas ideas de la cabeza. Cuando su padre se convirtió en consejero, se volvió más controlador y le exigió más a Jisung.
—¿Tu compañero? —Jisung preguntó de nuevo, queriendo asegurarse de que Mark no se hubiera equivocado.
Mark frunció el ceño.
—Parecías asustado y emocionado. Eres un humano extraño.
Jisung contuvo el aliento y le contó a Mark sobre su antiguo yo romántico.
—Los niños de Humans siempre saben acerca de los lazos de compañeros shifters. Cuando nadie miraba, me imaginaba que un príncipe shifter me barría de este horrible lugar. No te rías.
—No lo hago. —Mark se frotó la cara. —¿Qué mierda estoy haciendo? ¿Por qué te dije eso?
—¿Porque no es eso lo que hacen los compañeros? —Jisung presionó, eliminando la distancia entre ellos.
—No te acerques más. Me haces confundir, jodidamente cachondo.
—Eso es bueno, Mark. Me alegra que me hayas abierto tu corazón. —Jisung presionó una mano sobre el cálido pecho de Mark, sobre el corazón latiendo del hombre lobo. —Puedo ayudar a guardar tus secretos. Puedes confiar en mí.
Mark dejó escapar una risa irregular que se sintió como una flecha en su corazón. Jisung trató de ponerse en los zapatos de Mark. Por supuesto, Mark estaría enojado. Jisung estaba del lado del enemigo, del lado de su padre, incluso si nunca hubiera tenido la oportunidad de elegir.
—La confianza debe ganarse.
—Trabajaré duro entonces, —dijo Jisung. —¿Puedes besarme de nuevo?
—Pequeño humano, a veces no tienes sentido.
—Bésame, —insistió Jisung.
Mark saqueó su boca, pasando las manos por todo el cuerpo de Jisung, más a cada centímetro como si Mark quisiera memorizar cada parte de él. Sus pechos se tocaron y él se frotó contra Mark, que gruñó.
