Ellos juraron odiarse para siempre pero años más tarde vuelven a encontrarse cuando, por un error de papeles, Jimin termina siendo contratado para ser asistente de Jungkook, la estrella del momento.
Muchas cosas no se dijeron en su momento y otras...
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No podía creerlo. De verdad, no podía creer como una vez más la vida le jugaba en contra solo para añadir más sucesos a su larga lista de desgracias.
Ver su celular era simplemente inútil, de plano ya sabía que no había señal, pero aún así, darse cuenta que todas sus posibilidades de comunicación y rescate se reducían a un pequeño botón de alarma hizo que perdiera la calma.
La poca que de verdad había intentado mantener en todo ese tiempo.
—Todo es tu culpa.
Las palabras fluyeron solas por su boca, en un tono molesto y cargado de resentimiento, y el que Jungkook lo viera con esa típica cara de idiota egocéntrico hizo que se frustrara aún más.
—Todo esto es tu culpa —volvió a repetir Jimin con el ceño fruncido, golpeando su dedo índice contra el fuerte pecho del contrario—. ¿Cómo diablos se te ocurre venir al primer piso sin cubrirte? ¿Sin traer guardaespaldas? Eres idiota, un tarado, un completo-
Con cada palabra que soltaba su dedo iba golpeándolo, hasta que la mano del alfa atrapó su índice, deteniéndolo por completo.
—¿No es un poco contradictorio que me insultes mientras sigues sujetando mi mano?
Jimin se congeló y fue entonces que cayó en cuenta que no había soltado la mano de Jungkook desde que comenzaron a correr minutos atrás. Inmediatamente la soltó y retrocedió, como si el simple roce quemara, pensando en lo desagradable que le resultaba el más mínimo contacto con él.
Bien, estaba con Jungkook encerrado, eso significaba que no tardarían mucho en ayudarles, ¿verdad? Solo debía sentarse a un lado, esperar con paciencia e ignorar al hombre a su costado.
—Toma.
Pero sería difícil si este no lo ignora por igual.
Jimin, quien ya se había sentado a un lado con el rostro escondido entre sus brazos y con las rodillas pegadas a su pecho, alzó la mirada con desconcierto, y sus ojos no tardaron en encontrarse con una mano estirada hacia él ofreciéndole algunos dulces.
