Recuerdos Perdidos

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Dormía, soñaba.

La luz del día abundaba y un cadáver cenizo yacía encadenado a la luz en mitad de un amplio jardín.

El olor a sangre abundaba en la sombra, bajo el techo dispuesto a un lado de la pequeña casona para observar este espectáculo.

Mi maestro se encontraba herido de gravedad, pronto moriría a causa del enorme agujero en su estómago y la hemorragia de su pierna faltante, un hombre estaba de pie frente a él, su apariencia era elegante y ni una gota de sangre manchaba su traje color carbón.

Volteó, me miró a mí y a todas las sirvientas que observábamos inertes, no habíamos recibido orden alguna, así que aguardabamos, vistiendo aquellos diminutos atuendos que nos fueron dispuestos.

—Es una pena que fueran tratadas así. Son sirvientes, pero siguen siendo vampiros; hay un límite para lo mal que se les puede tratar —sus palabras me cortaron como navajas, ¿nos trataban mal?

No... sí... no podía decirlo, se me ordenó no hacerlo, no pensar en ello, me entrenaron para disfrutar, para someterme, ¿qué sería de mí si no lo hiciera? ¿quién sería yo?

—Bastardo —mi maestro hablaba con dificultad—. ¿Por qué no te metes en tus asuntos? Son mis sirvientes.

—Es verdad que son tus sirvientes, puedes ordenarles si quieres y no tengo porqué meterme, pero cuando alguien humilla y sobaja a nuestra orgullosa raza, entonces se vuelve mi asunto —el hombre se encontraba molesto, antes recibimos visitas de él y mi maestro siempre se ponía nervioso, pero las cosas nunca habían terminado así—. ¿Dejar a uno de los nuestros, a otro vampiro en el sol para divertirte observando como muere? —supongo que porque nunca había visto esto.

—Son sólo sirvientes sin conciencia, esclavos, no pertenecen a nosotros —las palabras de mi maestro eran frías, hasta en su último aliento nos negaría como personas.

—No olvides que tú también fuiste un sirviente —aburrido, el vampiro nos miró con intensos ojos púrpura—. Ustedes son libres a partir de ahora... O me gustaría decir eso, la mayoría no son más que marionetas, pero en alguna de ustedes aún debe existir un ápice de conciencia, solo tienen que decidir beber su sangre y serán libres, pero yo no les puedo ordenar que lo hagan, tampoco las voy a obligar, la decisión será suya.

¿Elegirán vivir con todas las dificultades que ello implica o serán para siempre nada más que monstruos sin conciencia? —.

Todas nos quedamos en nuestro lugar, algunas con la mirada perdida y otras, como yo, temblábamos nerviosas.

Una chica de cabello castaño, muy delgada y de rostro fino, dio un paso al frente ante la mirada complacida del vampiro, parecía estar luchando contra su propio cuerpo que le ordenaba no seguir, sería la primera en tomar la sangre, pero...

—¡Detente! —ordenó el moribundo—. ¡Detente!

La chica paró sus pasos un momento antes de volver a avanzar, tenía conciencia; teníamos conciencia, ¿significaba eso que podía resistirme?

¿Podía ser libre?

Nunca me vi más que como una marioneta y ahora se me daba libertad, ¿qué haría yo con eso?

Mi cuerpo tembló, quería seguirla, pero no logré moverlo, el control que tenía mi amo sobre mí aún era muy fuerte, si me acercaba, ¿qué conseguiría?

Al final no sería yo la que lograra liberarse.

—¡Para! —y finalmente, las órdenes de nuestro amo pararon a esa chica. Él se rió, aún moribundo se negaba a darnos libertad—. Eso es, por un momento me preocupaste.

Reina Salvaje (Volúmenes 18 en adelante) Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang