Maxwell

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Autor.

¿Qué?

¿RS volvió?

¿Después de tres meses?

Pues... más o menos. Este capítulo es traído a ustedes por Necronexe.

¡Disfruten y no olviden llenar de comentarios!

¡Sexo!

Digo...

Besos.

Y pensar que un rey viajaría así.

Oscuro, empaquetado, ¡en un lugar diminuto!

Bueno, en realidad no está tan mal. Se siente uno bastante a gusto aquí.

—Yariana, ¿por qué tu maleta ronronea?

—¿Mi maleta? —oh, no, esa mundana costumbre.

Siento el movimiento, mi transporte es levantado, escucho los broches, ¡lo están abriendo!

La luz me lastima mis lindos ojos y me quedo quieto para evitar un escándalo, si le dicen a Lucy... bueno, lo más probable es que no haga nada, pero cielos, no quiero una de sus largas platicas sobre la responsabilidad y la paciencia.

¡Soy un gato!

Se como ser paciente, pero no quiero y ella puede ser tan molesta.

Y...

Oh, no, ya me vio.

—Esto es... —la sexy sirvienta con cara de perro me observa—. ¡Un muñeco del rey Maxwell! —veo que sólo la trajeron por su belleza.

—¿En serio? ¡a ver! —una falsa mujer vaca se acerca curiosa. Es decir, tiene el aspecto de una gata, pero vamos, que es fácil confundirse con esas...

—No, no, seguro vas a rasgarlo.

—Ya perdón, ¿podemos olvidar el asunto?

—¡Rasgaste mi vestido favorito!

—¡Fue un accidente!

—¡El día de mi boda!

—Bueno, ¿cómo iba a saber yo que te ibas a casar con él?

—¡Era un vestido de bodas! no me lo iba a poner para barrer.

—Pues no porque estaba roto —la mujer gato tenía razón, no lo digo porque sea una camarada ni nada.

—¡Porque tú lo rasgaste!

—Soy un gato, rasgo cosas, superalo —¡bien dicho, hermana! si no quieren arañazos, mejor que no dejen sus vestidos al alcance.

—Cómo sea, no te lo presto —la perra es sexy, pero odiosa, además, su cola no luce tan suave.

—Y bueno, ¿por qué tienes un muñeco del rey Maxwell?

—Yo... no lo sé... —la perra me mira y me sacude como si fueran a caer dulces.

—Lo habrás guardado por error.

—Jamás, alguien debió meterlo.

—¿Y quién?

Ambas guardan silencio y llegan a una conclusión.

—¡Clara! ella se quejó de no tener suficientes maletas, pero no debió invadir la mía.

—Lo sé, ¿sabes qué deberíamos hacer?

Reina Salvaje (Volúmenes 18 en adelante) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora