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Autor.

¡Capítulo!

¡Gracias Maker-san!

¡Disfruten y llenenme de comentarios bebés!

"La Marqueza acaba de llegar, no tiene fuerza militar, los guardias en su mansión son débiles, llegan al tercer rango cuando mucho, lo mismo con ella", seguro esos eran los pensamientos de los idiotas que intentaron atacarme, desafortunadamente para ellos, yo traía mi propio guardia.

Ahora bien, el grupo de nobles detrás de esta afrenta se encontraba frente a mí, de rodillas y con las manos encadenadas a una larga base de madera frente a ellos.

Tres varones, dos vizcondes... ningún conde, eso habría sido fabuloso.

—Entonces estos humildes señores armaron a sus hombres con palos y piedras para tratar de sacarme de mi mansión —me burlé mientras caminaba frente a ellos—. ¿Qué castigo debería darles?

—Esto no es justo, usted debería...

—¿Debería haberme dejado echar a patadas? no, ustedes no se habrían conformado con eso, ¿qué planeaban hacer después? —la realidad era que aún si lograban su cometido, nada les habría pasado, un rey no se metería en una disputa interna, al menos no una tan sencilla; además, una Marqueza que no pudiera controlar a la gente debajo de ella no sería una buena Marqueza.

Los agresores guardaron silencio mientras me paseaba frente a ellos.

—Estas son mis tierras después de todo, así que de nuevo, ¿qué castigo debería darles?

—Podríamos cortarles la cabeza, Marqueza —lo que resultaba peor para ellos, la princesa misma estaba de mi lado—. Siempre habrá algunos jóvenes con aspiraciones dispuestos a tomar el control de sus tierras.

—Pero estas familias han estado en el poder durante generaciones, si me deshago de ellos sólo así, alguien podría protestar, tal vez pueda darles una advertencia —los nobles mostraron esperanza en sus ojos, así que continué—. Sólo si me dicen quién es la cabecilla de esto.

Como esperaba, se mantuvieron en silencio.

—No volveré a preguntar —tomé un cuchillo sin filo y me acerqué a uno de ellos, hizo fuerza para intentar mantener su puño cerrado, pero fue en vano cuando tomé su meñique y comencé a tallar, causándole gritos de dolor hasta que la presión del corte, se llevó su dedo.

El tipo gritaba, sudaba y lloraba mientras la sangre caía, pero no me detuve, tomé su otro dedo y entonces se rompió.

—¡Por favor, no! ni si quiera me ha dado una oportunidad de responderle.

—¿No me escuchaste? dije que no volvería a preguntar —tal vez sí aprendí algo de Mavis.

Gritó aterrado.

—¡Fue el vizconde Falian! ¡él nos convocó! por favor perdone a mi familia.

—Bien, aquí está tu recompensa —con un cuchillo más afilado, corté también el anular de su mano izquierda, luego fui a ver al vizconde.

El hombre temblaba, pero trataba con todas sus fuerzas de mantener un rostro duro.

Miré su elegante atuendo, esas telas eran más de lo que podría pagar para una incursión así, su armadura de cuero estaba encantada y hasta donde sabía, ellos ya no ganaban tanto para permitirse ese lujo, sus tierras eran pobres, tampoco era algo heredado, las armaduras de herencia tienen emblemas familiares.

—Entonces, ¿tienes algo que decir?

—No te saldrás con la tuya, no puedes hacerme esto.

—Parece que no... pónganlo de pie —mis guardias obedecieron, así que seguí hablando mientras cortaba los tirantes que mantenían unido el peto de su armadura—. ¿Qué planeabas? ¿capturarme? ¿torturarme? ¿venderme como esclava? ¿como prostituta?

Reina Salvaje (Volúmenes 18 en adelante) Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt