Capítulo 13

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María se sorprendió al entrar al restaurante, nunca había estado en un sitio tan elegante y refinado como ese. Tomó asiento frente a Natasha, observando cada detalle de aquel sitio.

–¿Te gusta? –preguntó Natasha, sabiendo la respuesta.

–Pelirroja, este lugar es precioso.

–Como tú.

María se sonrojó, encantada por lo perfecta que era Natasha.

–Tú si sabes como tratar a las mujeres –alagó la morena.

Natasha se limitó a sonreír y empezó a revisar la carta. Se encontraba considerablemente irritada, pero no quería hacérselo saber a María, quién parecía muy ilusionada por la "cita".

–Buenas noches damas, ¿qué puedo servirles?

–Un Ravioli de Ricotta ahumada.

–¿Y para usted? –preguntó, dirigiéndose a María.

–Lasaña de pato, por favor.

–¿Y para beber?

María miró a Natasha desorientada, sin saber que decir. No estaba acostumbrada a bebidas tan caras. Si fuera por ella, una fanta de naranja estaría bien.

–El más caro que tengáis –pidió Natasha–. Hoy es una velada importante.

–A la orden –dijo el camarero y se marchó.

Natasha miró a María, admirando su rostro. María era verdaderamente preciosa, tenía un cuerpo modelado, un pelo precioso, y una mirada tierna pero sensual a su vez, de aquellas que podían derretirte con un pestañeo.

–¿Tengo algo en la cara? –María se sentía intimidada, tenía a una de las caras más ricas y bellas frente suyo y no sabía como actuar.

Natasha rió, deseando que fuera otra persona la que hubiese hecho esa pregunta.

–Solo te contemplo.

La cena transcurrió tranquila. Degustaban los platos del lugar mientras hablaban de ellas, conociéndose poco a poco. Natasha descubrió en María, un ser admirable y honesto, la cuál tenía muy claro su futuro. Pudo entender, además, que no se iba con rodeos, ella quería las cosas claras, sin tantas vueltas. Se sintió mal por haberla hecho venir, sabiendo que ella solo tenía claro una cosa: su amor hacia Wanda.

Natasha reía por la ingeniosidad de María, cuando su teléfono empezó a vibrar en su bolsillo. No quiso darle importancia ya que estaba disfrutando de su cena con la chica, pero la persona que llamaba no paraba de insistir. Natasha sacó el móvil con la intención de apagarlo. Sin embargo, se llevó una sorpresa cuando vio el nombre de Wanda iluminándose en la pantalla.

Quizo ignorar la llamada, pero fue absurdo. Se disculpó con María y salió fuera del restaurante, a contestar.

–Buenas noches, señorita –habló alguien con voz gruesa–. Soy el doctor Manuel. ¿Es usted Natasha Romanoff?

–¿Qué hace usted con el teléfono de Wanda?

–Llamo desde el hospital, Wanda ha sufrido una agresión y se encuentra aquí.

A Natasha le cambió el semblante, imaginándose lo peor.

–¿En qué hospital se encuentra?

El doctor le dijo la dirección y Natasha ingresó al establecimiento corriendo. Al llegar a su mesa, se puso la chaqueta con prisas. María la miró interrogante, sin entender.

–María, tengo que marcharme. Me ha surgido un problema.

Sacó dinero y lo dejó sobre la mesa, esperando que con eso alcanzara.

Volverte a ver [Wandanat]Where stories live. Discover now