Capítulo 38

1.1K 107 14
                                    

Lorna miró su reflejo por primera vez en el espejo circular y se sorprendió de observar su cambiado rostro.

Ya no aparentaba la muchachita adinerada que amaba las joyas y los regalos extremadamente caros. Ahora tenía el aspecto de una jovenzuela que había sido arrastrada por un huracán y este la había escupido en la miseria.

—¿Lorna? —se preguntó a sí misma, tocándose el rostro con las yemas de sus dedos—. ¿Esta soy yo?

Serpenteó su tacto por sus mejillas, hasta llegar a sus ojeras, las cuales tenían abultamientos de tanto llorar y se detuvo allí.

—Joder —una lágrima golpeó su uña, envolviéndolo del salado líquido—. Esta soy yo...

—Claro que eres tú, estúpida —Lorna se giró de inmediato, mirando a la persona con un gesto temeroso y colmado de odio—. ¡Te he dicho que dejes de llorar!

El muchacho gritó, dando pasos hacia delante, encorralando a Lorna con su despiadada mirada.

—Enric... —le nombró, recubriendo su pavor, para hablar con la firmeza y seguridad que no tenía—. Aléjate, por favor.

—¡Eric! ¡Me llamo Eric! —vociferó. Lorna cerró los ojos—. ¡Enric era el loco! ¡Yo soy... yo soy Eric!

Se alejó de Lorna con nerviosismo.

—Deja de ver tu asqueroso rostro en ese maldito espejo y ven a cenar —exigió, lanzando una bolsa sobre el escritorio de madera vieja—. He traído Kebab para que cenes, ¡y te lo vas a tragar todo!

Lorna asintió con la cabeza, sin querer ocasionar algún otro problema con el chico. Caminó con rapidez hasta la mesa, rebuscando el contenido de la bolsa.

—Voy a volver a irme —anunció—. Y no quiero que juegues conmigo, Lorna —guardó algunas cosas en su mochila negra, Lorna solo pudo distinguir la punta de un cuchillo—. ¿Vas a jugar conmigo?

—No, cla... claro que no —el muchacho sonrió—. ¿A dónde vas?

Su sonrisa se amplió indudablemente, imaginando como sus manos se mancharían de sangre en unas cuántas horas. Y si tenía suerte, tal vez también todo su cuerpo.

Morirán.

—Voy a ser sincero, ¿quieres verdaderamente saberlo? —La chica no dudó en asentir—. Voy a recuperar a nuestra hija.



———



Wanda se sentó ahorcajadas sobre Natasha, observando la sortija brillar en su delgado dedo anular.

—Estar prometida te sienta de puta madre —soltó Natasha, sin saber dónde esconder esa sonrisa boba de enamorada.

—Estoy muy de acuerdo —sus ojos conectaron durante unos segundos, brindándose ese cálido sentimiento de estar bien—. Te quiero Natasha.

—Yo te amo —replicó Natasha, moviéndose con habilidad para tener a Wanda bajo su cuerpo—. Te amo hasta lo más profundo que es amar.

—Bueno, ahora que lo dices, creo que yo también —Wanda alzó un poco la cabeza, depositando un beso en los labios de la pelirroja—. No, no lo creo, es de lo único que estoy segura ahora mismo.

—Eres —empezó a decir Natasha, dándole el primer beso— una —beso— copiona —beso.

—Tengo una buena justificación —y Wanda se detuvo un momento, capturando la expresión de felicidad que decoraba el rostro de Natasha—. Siento mucho haber querido huir aquella noche.

—Estás aquí, eso ya da igual.

—No quise hacerte ese daño, Natasha.

—Wanda ya pasó, cómo si hubiese sido una pesadilla, bebé.

Volverte a ver [Wandanat]Where stories live. Discover now