Querido anónimo:
No eres tu edad,
ni la talla de ropa que usas,
no eres tu peso,
ni el color de tu cabello,
no eres tu nombre,
y mucho menos el acné en tu rostro.
No eres el maquillaje que llevas,
ni el escote de tu camisa,
no eres una foto de perfil
ni los me gusta que puedas obtener,
no eres lo que opinan los demás,
porque sólo ven lo externo y eso pasará, envejecerás y no quedará nada en absoluto.
Eres los libros que lees,
todas las palabras que dices,
eres aquella voz ronca en la mañana,
y todas las sonrisas que intentas esconder.
Eres la dulzura de tu risa,
y cada lágrima que has llorado,
eres las canciones que cantas en voz alta,
cuando nadie te esta mirando.
Eres los lugares en los que has estado,
y también aquel al que llamas “hogar”,
eres las cosas en las que crees,
y toda la gente que quieres.
Eres lo que llevas dentro,
eres sentimientos,
eres lo que puedes entregar,
lo que piensas y lo que sueñas,
eres un atardecer o un día de lluvia,
porque las mejores cosas de la vida
no son cosas.
Eres eso que nadie nota a simple vista,
eres ese detalle que enloquece tus pensamientos.
Eres las fotografías pegadas en tu habitación,
y el futuro que tanto esperas.
Estás hecho de mucha belleza,
pero parece ser que lo has olvidado,
cuando decidiste que te definías,
por todo lo que no eres.
S. Harrison
