Sé que no creo en ti, pero...

39 6 0
                                    


Nunca he creído en ti, o puede que sí. Puede que te haya mentido. Hubo una época en la que me hicieron creer en ti hasta tal punto que cada tarde rezaba. Cada tarde durante días, semanas. Creo recordar, fue justo en la época en la que ella se fue, para siempre, para no volver... Y hace de eso ya 11, 13 años quizá. Me dijeron que rezara para pedir por ella, porque aunque ya no estuviera, ella seguiría con nosotros; nos miraba desde el cielo. Quise creer, supongo que para sostenerme a algo o porque mi mente infantil de apenas 5 años no podía idear otra alternativa, que aquello era posible.

Pero un día me di cuenta de que no existías, y ese día dejé de rezar. Dejé de rezar, pero jamás la he olvidado. Y no lo haré. Desde entonces, este asunto me ha acompañado siempre, oculto en mí. Solo me he atrevido a hablarlo con mis padres y con otras personas que también la conocieron, pero con nadie más. Siempre llevaré en mí el peso de una promesa a medio cumplir. A veces me pregunto cómo sería mi vida si ella aún siguiera. Pero, en fin. No hay respuesta posible.

Fue con el devenir de los años que pude comprobar que lo único que me movía no era una fe infusa en ti, sino el ser buena persona y el tener un alma caritativa. Tal fue mi empeño en contentar a todo el mundo, que me sentí pequeña en mi intento de hacer a los demás superiores y durante años fui la sombra de aquellas personas que tenían aquello de lo que yo carecía: coraje. Me escondía tras ellas e intentaba de esta manera obtener un poco de seguridad. Tenía miedo. Miedo de enfrentarme a la vida y, sobretodo, de vivirla. Ya con apenas 10 años supe lo que era convivir con un familiar que padecía una enfermedad irreversible y tener que verlo morir un poco cada día. Era consciente de ello y cada noche miraba mis manos preguntándome por qué ellas veían aquello, al igual que yo, y no podían hacer nada por impedirlo. Y aquello duró 2, 3 años, hasta que finalmente, pereció. No con ello se acabó el problema: empezó la segunda parte de una enfermedad que aún sigo soportando. No en mí, pero si en otro familiar.

Tal vez me arrimé a la persona equivocada. Tal vez ayudé a personas que no lo merecían. Tal vez en ocasiones fui (y soy) muy egoísta. Tal vez no había solución. Tal vez, tal vez, tal vez.

Es por esto que hoy te aclaro, y por más cosas que me he dejado por el camino, que sigo sin entender un par de cosas. En los últimos años he querido abandonar, tantas y tantas veces y en más de una ocasión he estado dispuesta a hacerlo, sin embargo, aquí sigo. Ahora, te pregunto: ¿por qué?

Soy consciente, créeme, de que he fracasado más de una vez en el intento de ser una buena persona. De que, en el fondo, no soy tan buena, como el resto de personas en todo el mundo. Todos tenemos una parte mala, todos. La única diferencia es que yo estoy aquí, reconociéndolo ante ti. Y no, no es que esto me haga mejor persona, pero me hace más humana. Hoy estoy reconociendo mis errores, mis penas, mis fracasos, mis desastres, mis miedos, mis pensamientos, mis complejos, mis celos, mis ruegos; todo lo que soy. Y lo estoy haciendo porque pido y exijo una tregua. Una tregua porque no creo en ti y es por ello que necesito estabilizarme. No creo, no tengo fe, no tengo nada a lo que agarrarme. Solo me tengo a mí. Y ni siquiera sé si puedo seguir confiando en mi persona.

El último año me han fallado personas que hubiera jurado que jamás lo harían. Personas de mi total confianza. Personas que eran mi punto de apoyo. Personas que han formado parte de mi vida durante años y más de una década. Personas que me han roto en tantos y tantos pedazos que soy incapaz de juntarlos todos. Me es imposible. Tal punto a alcanzado esta situación, que he terminado por no reconocerme. No sé quién soy ni qué quiero ni qué tengo ni siquiera sé nada sobre mí. Y ahora, ¿cómo he de continuar si tengo que soportar esta carga añadida? ¿cómo, si he de vivirlo día a día? ¿cómo..?

Es por eso que hoy te pido un descanso. Quiero estar sola o, acaso con personas que realmente me quieran y me aprecien. Creo que no es pedir demasiado... ¿o sí? Solo quiero tiempo para recobrar fuerzas. No quiero seguir y continuar sin rumbo fijo. No quiero seguir navegando a la deriva. Quiero ser la dueña de mis emociones y controlarme. Dejar de llorar al pronunciar: "basta". Quiero saber en quién puedo confiar, porque después de esto he perdido la fe, no solo en ti, que esa ya estaba perdida, sino en las personas, y sobretodo, en mí. Quisiera una pausa; parar, respirar, seguir. Y seguir siendo realmente feliz. Sintiendo cada día, cada segundo, cada minuto que estoy viva. Demostrar que, joder, estoy aquí y que no me voy a dejar pisotear. Que este es el fin, al fin, por fin. En fin.

Quisiera decirte que eres mi salvador, pero no me gusta mentir. A día de hoy, puedo aclararte una única cosa y es que

Sé que no creo en ti, pero sé que ahora te necesito. Necesito ayuda.

Y ello no me hace hipócrita, sino un poco más humana.

Así que, por favor, tenme en cuenta.


A. Lennon.


Manual de desahogo.Where stories live. Discover now