𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟑: ¿Qué, ahora me tienes miedo?

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 ❛ La vida me late y busco lo primero que sacie mi sed ❜


𝟎𝟑.

𝑽𝑶𝑺𝑭𝑰𝑳𝑳 𝑴𝑶𝑹𝑻


No había gloria en una declaración de guerra.

De hecho, fue igual a tirar un chorro incalculable de gasolina sobre un fuego cuyas llamas eran tan antiguas como el tiempo mismo. El día siguiente a ese, Merwick llegó a la comisaria con los humos por los suelos, era imposible tratar con él. Arrastraba consigo una actitud tan notable que toda la tensión que parecía haber conocido Adama antes no se comparaba con la nueva. Entrar en ese edificio se asimilaba a lanzarse da cabeza a un vacío angustiante, pero que desbordaba las salas de la comisaría.

Incluso Devon Kent llegó confundido a la sala de interrogatorios.

—¿Puede decirme qué mierda está pasando? Todos están más caracúlicos de lo usual. Y mire que eso es complicado.

Adama Howell tenía ese tipo de miradas perdidas que lo indicaban todo sin necesidad de intentarlo. Devon lo notó, por lo que se limitó a tomar asiento sin esperar una verdadera respuesta de su parte.

—Bien, ¿de qué quiere hablar hoy? —preguntó en su lugar—. Porque recordé un par de historias que olvidé mencionar ayer. Es más. Fui a dormirme pensando en qué chisme iba a divertirle más. ¿Por dónde quiere empezar? ¿Por la vez que le quemé el coche a Merwick, o mejor, mi primer atraco con él como negociador?

La cabeza de la joven no dejaba de maquinar. Era imposible dejar de pensar en la amenaza que el Super había recibido el día anterior. En los diarios de la isla ya se había anunciado, sin lugar a dudas, que la alerta roja estaba próxima a ser activada. Lo que solo podía significar... que poco a poco todo volvía a su lugar.

—Bueno, tiene razón. Hay una anécdota todavía mejor. Me atrapó, ¡pero quería dejar lo peor para el final! Verá, un día me desperté especialmente toca pelotas y no tuve nada mejor que hacer que planear un secuestro. Adiviné contra quien.

Por fin recibió una respuesta, aunque no la que habría esperado.

—¿Cualquier turista?

—Por supuesto que no, ¿por quién me toma? ¿Qué habría tenido eso de divertido? Fui contra el comisario Keith Wayne.

La historia comenzó a relatarse sola, abandonando los labios de Devon Kent con lujo de detalles, y sin embargo todo el empeño y la emoción que ponía en ello era parcialmente ignorado por Adama Howell. La psicóloga seguía absorta en una única pero importantísima cuestión. Una que no podía dejar de pasar por alto, ni ese día, ni nunca, y era esa precisa elección de palabras que el joven había utilizado. No dijo «está comenzando algo nuevo», ni mucho menos «no sabe lo que le espera», porque nada de eso era similar a la verdadera amenaza que se alzaba sobre Vosfill Mort. Lo que el muchacho había admitido como sentencia letal era la vuelta de algo, o de alguien, que ya había estado allí. 

No se trataba de un intento por apuntar a ver a quién le caía la bala. Era el retorno de algo más grande y desconocido para Howell.

Eso lo hacía todavía más inquietante. ¿Por qué? Bien, por diversas razones. La primera, era que ahora ella estaba metida en medio del campo de batalla. Formaba parte de ese juego, de ese peligro, aun cuando se había prometido a sí misma permanecer lo más alejada posible. En segunda instancia, estaba el simple hecho de que todo juego que se lleva a cabo por segunda vez viene con nuevas reglas, diferentes a las del primer intento. Lo que implicaba que ambos bandos, o quienes estuvieran en la disputa, habrían aprendido de los errores cometidos y serían mejores, estarían más preparados, o más alertas para defenderse. Cosa de la que Adama carecía.

NEVADA: Las dos caras del malDonde viven las historias. Descúbrelo ahora