𝐂𝐀𝐏𝐈𝐓𝐔𝐋𝐎 𝟎𝟗: ¿Quieres que arruine tu vida?

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❛ Sometimes I don't trust

the way I feel


𝟎𝟗.

𝑽𝑶𝑺𝑭𝑰𝑳𝑳 𝑴𝑶𝑹𝑻


Nunca había estado mejor.

El sol resplandeciente de la bella Vosfill Mort envolvía la piel de Adama Howell con su cálido abrazo, trayendo consigo un nuevo día de gloria, como si quisiera aliviar el más pesado de todos los dolores, la pérdida. El cementerio estaba repleto de oficiales con la vestimenta que requería la situación, esas boinas y la cinta negra en el pecho. A nadie le importaba realmente la ceremonia, ni siquiera al padre que la auspiciaba, ni mucho menos a la muchacha que se paraba a un lado del Superintendente, encabezando la fila.

Raymond Merwick estaba en una situación desoladora, la peor que había experimentado hasta entonces. Su nuevo comportamiento contrastaba drásticamente con su personalidad habitual. Vestía de negro de pies a cabeza, y se veía incapaz de emitir más de dos palabras seguidas a cualquiera que se acercara a hablarle. 

El cuerpo entero estaba de luto aquella mañana, cuando el amanecer abrazó una isla infame repleta de mierda, y de lo que una vez llegó a ser un viejo aserradero solo quedaron las cenizas.

—Oh, Señor, muéstrame tus caminos, y enséñame tus senderos —recitó el sacerdote con solemnidad.

De pie frente al féretro, tal y como habían colocado a Keith Wayne aquellos que le quitaron la vida, un cura pronunciaba todo tipo de discursos que nadie parecía interesado en escuchar. Sin embargo, Adama Howell prestaba especial y particular atención a cada una de sus palabras.

—Aquel justo que fallece prematuramente encontrará el descanso, porque la edad y la vida no se miden por el número de años, sino en la virtud y en la bondad. Keith Wayne cumplió la voluntad de Dios, y Dios lo amó —proclamó el Padre, elevando sus manos hacia ellos—. Pero vivió entre pecadores, y Dios se lo llevó; se lo llevó para evitar que la maldad pervirtiera su conciencia, porque la fascinación por el mal oscurece lo bueno y el vértigo de las pasiones pervierte las almas más puras e inocentes.

Keith Wayne estaba mucho más allá de cualquier palabra que pudieran decir a su favor. La vida que no merecía haber sido tan corta gritaba desde el más allá pidiendo justicia, pero los vivos apenas podían escucharla. Qué absoluta pérdida de tiempo resultaban las tradiciones.

—Llegó a la perfección en poco tiempo y con eso alcanzó la plenitud. Su vida le fue agradable a Dios, por lo cual el Señor se apresuró a sacarlo de entre la maldad. —El Padre no tenía ni la más mínima idea de lo que estaba diciendo, pero aun así consiguió arrancarle una sonrisa a Adama—. La gente ve, pero no comprende. No entiende ni se da cuenta de que Dios ama a los justos y se compadece de sus elegidos.

Adama Howell escuchó tales palabras del Padre con desdén. Todo el ritual fúnebre parecía una farsa sin sentido. La gente se reunía para dejar ir a alguien que apenas conocían, pronunciando frases vacías que no tenían ningún significado real. Era una pérdida de tiempo y esfuerzo que solo servía para consolar a los vivos.

Conocía, sin embargo, esos consuelos de principio a fin. Y sabía mejor que todos que su característica principal era justamente la de no consolar una mierda.

Parpadeó una, dos, tres veces. Buscaba despertar, ver ese sol oscurecerse y el mundo caer en pedazos. Así debía ser ahora que una ausencia tan grande había llegado a Vosfill Mort. Mientras tanto, el astro brillaba impasible en el cielo, ajeno al dolor y la tristeza que envolvían a los presentes. Adama se sintió desolada al mirar atrás y ver tantos desconocidos, sin la menor idea de quién era Keith Wayne en realidad. Solo sus compañeros de trabajo habían conocido su verdadero brillo, su dedicación y su pasión por el trabajo que realizaba como comisario.

NEVADA: Las dos caras del malDove le storie prendono vita. Scoprilo ora